Síndrome confusional

Sale la número dos del Partido Popular y presidenta del Gobierno de Castilla La Mancha, María Dolores de Cospedal, delante de un cartel del partido que pone: "En la buena dirección", y sin rubor alguno dice en relación con la corrupción que "el Partido Popular ha hecho todo lo que tenía que hacer". Es decir, que, paraMaría Dolores de Cospedal, el partido de la que es dirigente -investigado también por financiación ilegal, cuentas negras y otros asuntos turbios- da por cerrada la relación con los corruptos de su formación que día a día salen a la luz como las setas en otoño.
Sale el Consejo Empresarial para la Competitividad (compuesto por las dieciocho mayores empresas de nuestro país) y sin rubor alguno dicen que saben como bajar el paro en España del 24% actual al 11% para el año 2018. Proponen, entre varias reformas y más ajustes, una medida estrella: combatir el empleo sumergido y una lucha sin cuartel contra el fraude tributario. Es decir, que, para los miembros del Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC) -cuyas empresas tienen en casi su totalidad sucursales y oficinas en los solidarios paraísos fiscales y varios de los directivos de la gran patronal a la que pertenecen encarcelados e imputados por corrupción- la solución del paro y la recaudación pasa por perseguir a los 307.000 españoles que, según ellos y supuestamente, cobran el paro y viven de la chapuza. 
El síndrome confusional, que, en Asturias, esgrime el "sindicalista" José Ángel Fernández Villa para no acudir a declarar ante la comisión de Economía de la Junta General del Principado en relación a la cuantiosa herencia que afloró hace unos meses ante la Hacienda española -casualidad, pero al mismo tiempo que su íntimo amigo y así mismo "sindicalista", José Antonio Postigo, regularizaba su herencia alícuota- parece que se está contagiando entre políticos y grandes empresarios.
La corrupción no es cosa de uno, siempre es cosa de dos: un corrupto y un corruptor. Y, además, tienen la misma responsabilidad, aunque pecuniariamente no se hayan llevado un euro, quienes la promueven, la consienten, la amparan, la ocultan o quienes, mediante el uso de la confusión y una falta a la verdad, tratan de solicitar una ética de la que ellos carecen.



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