El puto amo

Hace unos meses mi hija me envió sorpresivamente un wassap diciéndome “Papá, eres el puto amo”.

Era su modo de expresar la admiración que sentía por el modo en cómo me había visto reaccionar  y solucionar  determinados problemas que traían causa en la incompetencia, cainismo, envidia y manipulación que caracterizan a la sociedad en la que nos ha tocado vivir, superándolos.

Ayer me enviaba otro wassap, también muy espontáneo, en el que me decía “Papá, tienes que compartir lo de ser el puto amo con el pequeño Nicolás”.

Reflexionando sobre el mensaje, llegué a la conclusión de que encerraba una gran verdad. En mi caso me tocó reaccionar contra las miserias humanas, en el caso del pequeño Nicolás lo que hace es aprovecharse de esas miserias para alimentar sus innatas apetencias de protagonismo y para fortalecer su vanidad.

En realidad la historia de Francisco Nicolás Gómez tiene mucho que ver con la historia de Le petit Nicolas, el protagonista de aquel libro infantil que casi todos hemos tenido que leer por obligación, del que es autor René Goscinny.

El libro en cuestión nos relata desde el punto de vista ingenuo e inocente de los niños, los absurdos y contradicciones del mundo adulto. El cómo los protagonistas infantiles experimentan y perciben lo grotesco del mundo de las personas mayores.

El pequeño Nicolás no hace, sino, un remake de la historia del libro y se dedica a evidenciar la codicia, la incompetencia y la vanidad de los que ostentan responsabilidades en la enferma sociedad que nos rodea.

El pequeño Nicolás proviene de una familia modesta: su padre era repartidor y su madre auxiliar administrativa. De ambos heredó una ideología conservadora. En sus estudios no pasó desapercibido. Sus compañeros de colegio lo describen como una persona poco estudiosa, pero cariñosa, con don de gentes, que tenía a todo el mundo encandilado.

En ese contexto, recuerda también el argumento de aquella película protagonizada por Leonardo Di Caprio  “Atrápame si puedes” , basada en la vida de Frank Abagnale Jr, quien a los diecinueve años consiguió millones de dólares haciéndose pasar por piloto, por médico y por abogado, siendo su principal modus operandi la falsificación de cheques, actividad en la que demostró tal habilidad que el propio FBI lo contrata como asesor.

              Nada que envidiar nuestro protagonista. Sus habilidades persuasivas se pusieron de manifiesto ya hace años. Tuvo un gran papel en el proyecto de construcción de Eurovegas, liderando una serie de reuniones con empresarios ofreciendo sus servicios para negocios de hostelería, limpieza y seguridad. Incluso ofertaba puestos de trabajo con sueldos de cuatro mil euros mensuales.

El pequeño Nicolás pone en evidencia los dos grandes defectos que aquejan a quienes ostentan cargos de responsabilidad, ya sea en la empresa privada, ya sea en la esfera política: la ignorancia y la incompetencia. El propio Alcalde de Ribadeo, que fue víctima del pequeño Nicolás, en un ejercicio de irresponsabilidad difícil de entender, no se cansa de dar entrevistas relatando  los pormenores del engaño, sin darse cuenta de que el engañado había sido él.

Ya es sabido que la enfermedad del ignorante es ignorar su propia ignorancia.

Decía Ortega y Gasset que la gran decadencia de España traía causa en la ausencia de una minoría selecta de quijotes y un exceso de sanchos, y no le faltaba razón.

La jueza que le tomó declaración muestra su asombro ante las proezas del pequeño Nicolás: “Esta instructora no acierta a entender cómo un joven de 20 años, con su mera palabrería, aparentemente con su propia identidad, puede acceder a las conferencias, lugares y actos a los que accedió sin alertar desde el inicio de su conducta a nadie por muy de las juventudes del PP que manifieste haber sido”.

El forense, en su informe, califica sus actitudes como “una florida ideación delirante de tipo megalomaníaco”.

Decía Maquiavelo que “pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”. Einstein  proclamaba “Sólo hay dos cosas infinitas en el mundo: el universo y la estupidez humana”.

Yo al pequeño Nicolás lo veo con mucho futuro. Tras superar la incómoda situación procesal por la que está atravesando, su condición de malo en los estudios, engatusador, demagogo, charlatán y embaucador, le sitúan a un paso de llegar a ser Presidente de Gobierno.

 



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