Débil con los incumplidores, fuerte con los bajos

El título que inicialmente había pensado para este artículo era el de “Débil con los fuertes, fuerte con los débiles”. Era el adecuado para trazar el paralelismo de la antitética actuación del Gobierno ante el secesionismo catalán y la congelación salarial de las retribuciones de los funcionarios, incluida en el proyecto de presupuestos para 2015.

Frente al problema catalán nos encontramos con un Gobierno en actitud servil, acobardado, que ni siquiera se atreve a utilizar los instrumentos que el ordenamiento jurídico, en especial la Constitución, pone a su alcance, olvidando que, como decía Lincoln, “una cosa dividida contra sí misma no puede mantenerse en pie”, y sin seguir los consejos que daba Kennedy el 12 de septiembre de 1960 en un discurso ante la Greater Houston Ministerial Association “Si alguna vez sucediera que mi cometido requiriese desobedecer a mi conciencia o contravenir el interés nacional, entonces renunciaría al cargo, y espero que cualquier servidor público consciente hiciera lo mismo”.

Ante los funcionarios, el Gobierno se muestra hostil, altivo, adoptando una decisión desproporcionada, sin justificación alguna, sin la coartada que en ejercicios anteriores ofrecía Europa.

El título elegido inicialmente evidenciaba de forma plástica y a la perfección esta doble vara de medir.

Pero, pensándolo bien, dicho título no reflejaba la realidad.

Si reflexionamos sobre el particular, los funcionarios no son los débiles. Basta observar los sabios ejemplos que la naturaleza y, en particular, el mundo animal nos ofrece.

La gran clasificación que podemos hacer en el mundo animal distingue entre carnívoros y herbívoros. Aquellos se alimentan de estos y, por tanto, son los, aparentemente, débiles; aquellos son los fuertes.

Pero esta impresión es solo aparente.

Centremos nuestra atención en el león, en el denominado “rey de la selva”, al que se le asigna el papel nuclear en la cúspide de los fuertes.

Su metabolismo, su fortaleza física, su equilibrio psíquico y su rol social dejan mucho que desear, y, si los analizamos, nos muestran un animal mucho más débil que un ñu, que una cebra o que un cervatillo.

Su alimentación a base de carne provoca colesterol, mala circulación, pesadas digestiones, y su fortaleza física es puntual y efímera.

¡Qué decir de su comportamiento social! No hay dos manadas que se lleven bien. Es más, el león macho es capaz de matar a las crías para que las hembras entren en celo.

Contrariamente, los herbívoros tienen una alimentación sana, y ello influye en su comportamiento. Son sociables y capaces de convivir pacíficamente con otras especies. Duran más y se ayudan unos a otros alertándose cuando hay peligro.

Estas reflexiones faunísticas nos sugieren que el Presidente Rajoy y su Gobierno son equiparables por su comportamiento a una manada de leones.

Cuando se enfrentan a los herbívoros, representados por los funcionarios, son fuertes. Pero cuando el jefe de la manada y la manada misma se enfrentan a otro macho dominante, en lugar de atacar con el poder que dan la ley y la razón, se acobardan, se arrugan, rehúyen el enfrentamiento, aun a riesgo de que el macho desafiante acabe con su poder.

La fortaleza y la debilidad hacen referencia al comportamiento del individuo frente a los demás.

¿Quiénes son entonces los fuertes y quiénes los débiles?

Los funcionarios hace tiempo que se han erigido en los auténticos valedores del sistema, soporte de las instituciones.

Han quedado muy atrás los tiempos en los que los funcionarios eran los sujetos activos del ingenio popular y protagonizaban chistes del estilo de “¿Por qué los funcionarios son ateos? Porque no creen que después haya una vida mejor”.

Hoy los funcionarios tienen una altísima preparación, un enorme sentido de la responsabilidad, están comprometidos con la sociedad a la que sirven y son los auténticos garantes de las leyes, aunque están indefensos ante los injustos ataques que sufren.

Estamos asistiendo a la antítesis del Estado de derecho.

Cuando las instituciones se ceban con los indefensos, la seguridad jurídica quiebra.

                   Cierto que los funcionarios son los más bajitos en la escala organizativa, pero también lo es que quien pega al más bajito es un abusón.

 

 



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