Es una cuestión esencial de responsabilidad intergeneracional. Si no se actúa con rapidez, pueden alcanzarse puntos de no retorno. En 1979 –ya lo he comentado muchas veces- la Academia de Ciencias de los Estados Unidos alertó sobre el incremento de las emisiones de anhídrido carbónico y la progresiva disminución de la capacidad de recaptura del mar. Acto seguido, se estableció la Fundación Exxon Mobile con el apoyo de varios países del Golfo y acalló, a través de bulliciosos seudo científicos, la alarma de la Academia.
Fueron necesarios varios años para que se pusiera de manifiesto “The Truth of Denial”, la verdad sobre lo que se estaba negando interesadamente.
Fíense de los científicos. Tomen las medidas inmediatas que todo proceso potencialmente irreversible exige. Coches eléctricos, fuentes renovables de energía, reducción de los inmensos gastos militares y su aplicación al cuidado de la Tierra y a las grandes prioridades, propias de un desarrollo global sostenible y humano: alimentación, agua, salud, medio ambiente, educación y paz.
Por favor, no digan más vaguedades y ligerezas en las Naciones Unidas. Anuncien los fondos que piensan destinar rápidamente para la contención de las presentes tendencias y, después, la prevención de situaciones parecidas. De otro modo, el poder ciudadano, que hoy ya lo es en realidad, les juzgará muy severamente.
Son inadmisibles los blá-blá-blá y aplazamientos en temas tan vitales para el futuro de la humanidad.
No lo olviden: ahora el pueblo ya tiene voz. Procuren que no tenga que recurrir al grito.