“En definitiva el profesor Teodoro López-Cuesta fue un gran tipo“, así terminó su intervención el profesor y eurodiputado Francisco Sosa Wagner quien como secretario general formó en su dia parte del equipo rectoral que durante nueve años encabezó Teodoro López-Cuesta.
Fue un homenaje a los tres meses de su fallecimiento organizado por la Universidad de Oviedo con un Paraninfo lleno y la presencia de su esposa Luisina y de su hijo Teo, notario en Cataluña y que me refuerza la moral al decirme que me lee todos los días. También hizo uso de la palabra el catedrático leonés Fernando Suárez quien estuvo en la Facultad de Derecho de Oviedo en los años 1969/1973 estando a punto de presentarse para rector de la universidad asturiana aunque al final quien lo hizo y obtuvo el rectorado por Teodoro López-Cuesta.
Presidió el acto el rector Vicente Gotor con una gran foto del homenajeado en el patio del edificio histórico. Saludé a dos ex rectores, Juan Vázquez y López Arranz y tomé nota de la presencia varios poíticos comenzando por el presidente de la Junta General del Principado Pedro Sanjurjo acompañado de los diputados Cristina Coto, Alejandro Vega e Ignacio Prendes, la alcaldesa de Avilés Pilar Varela que acudió al Paraninfo acompañada de su concejal de cultura Román Antonio Alvarez, la primer teniente de alcalde de Oviedo Inmaculada González así como la cronista oficial de la capital Carmen Ruiz Tilve a quien le gasto la broma de si ya se ha dado de alta en “Podemos”. También estaban el cacique de Lugones José Antonio Coppen, el periodista César Alvarez,el que fue gerente con el equipo de Teo, José Luis Alvarez Barriada, y destacados profesores como Jaime Alberti, Mariano Abad, gran colaborador que fue del desaparecido rector, la catedrática Paz Sáenz de Santamaría, José Girón cada vez más desesperado con el funcionamiento de la institución a la que pertenece, Julio Carbajo, el empresario José Castro y muchos ciudadanos más. SÃí eché en falta, por cierto, a Juan Velarde Fuertes, a María Teresa Alvarez y al mismísimo Antonio Masip, aunque éste, supongo, andará muy atareado con las primarias que celebrará la AMSO el día 19 de octubre.
Fernando Suárez expuso de manera muy documentada la trayectoria de la Universidad de Oviedo, a la que calificó de ejemplar y lo que para ella supuso la figura de Teodoro López-Cuesta. El profesor Sosa Wagner, como siempre vestido elegantemente a la panameña, habló de un Teo sencillo y conseguidor, lleno de anécdotas y desactivador de conflictos y problemas que bien sabía acceder a los despachos de los políticos en Madrid a base de obsequiar con bombones del Peñalba a las secretarias. Hablando de anécdotas recuerdo una vez que López-Cuesta compró un coche y me llevo a la iglesia de Los Carmelitas para que lo bendijera el padre Florencio. Probablemente su faceta religiosa fue una de las más desconocidas.
Lo cierto es que me ha gustado este sencillo y merecido homenaje que finalizó con la entrega de una placa de la Universidad de Oviedo en recuerdo del que fue uno de sus rectores más emblemáticos. Lo hizo el rector Vicente Gotor al hijo de López-Cuesta en medio de aplauso de los presentes.
En el propio acto me entero del fallecimiento del sacerdote Hermógenes Rodríguez Fernández párroco de la localidad de Argüelles en Siero. Cura allerano contaba con 87 años y era un forofo del Real Oviedo de primera división. Cuando yo empezaba en esto del periodismo, allá por el inicio de la década de los 60, don Hermógenes, como todos le llamábamos, era la mano izquierda del entonces presidente de la Diputación José López Muñiz, el último gran gestor que tuvo Asturias en mi opinión. Don Hermógenes le tenía comida la moral y logró colocar a muchos asturianos llegados de los pueblos en el Hospital. Con el paso del tiempo fue destinado a la parroquia de Ventanielles y luego a la de Argüelles donde promocionó la buena faba que allí se cultiva. En Argüelles hizo una gran labor en principio con uno de sus más fervientes colaboradores, Salvador Fuente, responsable de relaciones públicas de Caja Rural, también fallecido.
Hacía tiempo que no tenía contacto directo con don Hermógenes, ni con su sobrino José Manuel, periodista jubilado de TVE en Asturias, pero me llegaban noticias de su incansable actividad pastoral. Con su muerte la iglesia asturiana, la propia Asturias, pierde una parte importante de su historia. Allá en el lugar en que esté don Hermógenes seguro que rezará por su Real Oviedo querido. A ver si esta temporada le damos desde aquí la satisfacción de ascender a segunda A.