Felipe González está mucho mejor calladito. Aunque solo sea por respeto a sus mayores. Aunque solo sea por la vergüenza que entraña para todos los españoles de a pie, sus coetáneos y votantes y aquellos que simplemente son ciudadanos, el tener que aceptar y reconocer a estas alturas que nos han engañado pertinazmente durante años. Y no solo me refiero a que nos engañaran en el amaño y apaño de la transición, sino a la rapiña económica que se adoptó como norma de ley y única fe en la que creer, sujeta a todo tipo de cambalache ideológico. Felipe, (ese ídolo de pies de barro de la transición), significó para una gran mayoría de españoles la esperanza del "cambio"; dilapidó millones de votos abandonando el ideario de partido por el partido ideal, a su medida. En tiempos en que la esperanza era todo, se le dio el más grande apoyo que un presidente de este país haya tenido nunca y consiguió mantener viva la ilusión durante demasiado tiempo, a pesar de ir rindiendo los bastiones de la integridad poco a poco, un año tras otro. (Recuérdese el número de magia de "OTAN de entrada no" – del que nunca se supo qué quería decir el gran prestidigitador). Tan grandes eran las ansias de renovación pacífica de entonces que se transigió con todo. Y casi todo fue malversado tal y como vemos hoy. (A Los clarividentes de entonces los tuvimos por mediocres falsarios, siendo, como eran, los únicos que supieron interpretar las claves de la transición de forma correcta) Una lección se sacó, no obstante de todo esto: precaución. En estos tiempos denigrar a Podemos se ha convertido en el deporte predilecto de los grandes popes de nuestra casta política y no escatiman ningún esfuerzo exhibiendo su grandilocuencia sin tasa ni cuento. Y para mejor ejemplo, fray Felipe. Cada vez que abre la boca envía un poco más abajo al PSOE. Avergüenza oírle mencionar la palabra “populista” con un significado intencionadamente peyorativo. ¿Qué fue Felipe hace 30 años? Un populista; un demagogo, clamaban las alarmadas derechas; una esperanza de cambio para la gran mayoría. ¿Qué es hoy? Cada vez que habla "ex cathedra" sube el pan de la sospecha sobre su persona. ¿Qué teme Felipe? ¿Por qué defiende a capa y espada a un caco redomado y confeso? ¿Por qué pretende aliarse con la más rancia derecha que está expoliando al país, (sobre todo al paisanaje, ese protagonista siempre anónimo a pesar de ser el fundamento de cualquier nación)? ¿Está, Felipe poniendo sus barbas a remojar? Estando muy lejos del ideario del otro gran insidioso y gran maligno de la época, José María Aznar, y con el fin de redimir la poca dignidad que aún se aprecia en el partido socialista, cabe decir: "cállese Sr. González".