Vuelven las oscuras golondrinas en forma de amenazas nada disimuladas. Nuevamente llegan, por el camino de Santiago esta vez, los recortes. Más Recortes y más sangría. ¿Hasta dónde pretenden llegar? La respuesta está en el viento y todo el mundo la puede percibir: hasta que no reduzcan a la población, (llámese ciudadanía, pueblo o masa), a la más pura de las miserias, no se van a detener. El proceso consiste en tirar de la soga que nos han puesto al cuello un poco más cada día. Hasta que no podamos ni gritar. Somos sumisos y eso se paga con la horca. Y alcanzará a todos los colectivos, salvo a aquellos que se están lucrando a costa de este estrangulamiento matador. No se debe hablar de “austericidio”, (palabreja inventada ad hoc por la política poco imaginativa y harto tendenciosa), sino de un auténtico ataque a los derechos más básicos y esencialmente humanos. Se trata de crímenes contra la humanidad. Privar a toda una población o a una parte muy amplia de ella de los derechos adquiridos, (con sangre, sudor y dolor), cabe dentro de los atropellos contra la humanidad ya bien definidos.
Generaciones pasadas han puesto toda su carne en el asador para conseguir el escaso Estado del Bienestar del que disfrutábamos con la vista puesta en asegurarse un futuro digno para sí mismos y para sus descendientes. Muchos murieron en el intento, otros, los supervivientes contemplan ahora como se desmenuza ese Estado y se vende al mejor postor, para mayor gloria del gran capital que ha de reconstruir sobre esos restos un nuevo estado del Bienestar sui géneris
Mientras la Banca se dedica a la especulación jugando con la vida de los demás, los Gobiernos nos acosan y acribillan desde todos los frentes para sacarnos del bolsillo los dineros que han de “salvar” a los poderes financieros. Esos mismos que van a cuidar de nosotros.
Se puede plantear la pregunta siguiente: si una pequeña empresa pasa por dificultades tan grandes que amenacen su existencia ¿el Estado acude en su auxilio con el dinero necesario para mantenerla en pie? Cuando una familia, obligada por el paro, por el salario mínimo, por la imposibilidad de encontrar un trabajo digno, se ve abocada al desahucio ¿viene el Estado a abonarle las cuotas necesarias para ponerse al día y a ofrecerle la oportunidad de trabajar? No. Ajo y agua.
Pues lo mismo debería suceder con los bancos “malos”, (hoy todos): ¿Imposible seguir adelante con su labor? Ajo y Agua.
Llevamos años sufriendo el desfalco de los poderosos para su propio lucro y aún no se ha acabado. El Presidente, (nuestro histriónico Gobernador), pide más sacrificio, (supongo que para después de las elecciones), más vidas humanas para la hoguera de las vanidades de la incompetencia premeditada. Para no arreglar nada, sino para seguir engrosando las magras fortunas que hoy rigen el mundo. Quitan y ponen Rey.