El interés público es un concepto jurídico indeterminado propio de la doctrina administrativista y es identificable con el bien común de la sociedad.
Simplificando, el interés público es la guía, la referencia, el criterio que debe inspirar la toma de decisiones políticas y económicas, precisamente, en la búsqueda y consecución de ese bien común.
Esa guía está presente en los distintos ámbitos de actuación de la Administración, tales como la sanidad, la educación, el medio ambiente, la defensa, etc.
¿Qué tienen que ver Chelo y Jovino con el interés público?
Más de lo que cabría pensar.
Este verano, concretamente, en la segunda quincena de agosto, me ví en la necesidad de permanecer en Oviedo. Como quiera que mi familia se encontraba de vacaciones, tuve que atender mi sustento por medios propios.
Dado que me había iniciado en los hábitos de la comida saludable preconizados por Hiromi en su libro “La enzima prodigiosa” que recomendaba el consumo de frutos secos, frutas y verduras –pensé- ningún problema, todo quedará solucionado siguiendo la práctica al uso: la tienda de Chelo y Jovino (C/ General Zuvillaga) me proveerá de lo necesario.
Desagradable sorpresa. Cuando ufano y decidido me encaminé al referido establecimiento, me topé de bruces con un cartel que rezaba “Cerrado por vacaciones del 15 de agosto al 1 de septiembre”.
¿Qué problema hay, se preguntarán algunos? Fachada con fachada está Supercor. Nada de lo que pudieran vender Chelo y Jovino y mucho más, estará ausente de tal establecimiento.
Cierto. Pero, no es lo mismo. Las comparaciones son odiosas y por eso voy a obviarlas. Pero las experimenté personalmente.
No sólo yo. El colectivo canino de los clientes, también sufrió lo suyo. No era extraño ver a los perros cabizbajos y desorientados cuando pasaban por delante del establecimiento y comprobaban con desilusión que Chelo no les hacía la gracia de darles la esperada golosina.
En mi caso concreto, y quizá por que soy persona de rutinas, me costó el cambio y día tras día miraba con morriña para el cartel y mentalmente me repetía “un día menos”.
No sólo eran los productos citados, ese pan recién horneado, esas empanadas de sabores tan apetitosos, ese pastel de manzana con el que me premiaba los domingos, pasaron a ser casi obsesiones, por inalcanzables.
Durante esta travesía del desierto me preguntaba si un establecimiento de estas características en la medida en que provee las necesidades primarias de una comunidad de consumidores perfectamente identificable, no debería ser declarado de interés público y en base a tal calificación disponer que permanezca abierto los 365 días del año.
Si los afectados, aún sin hablar entre nosotros, manifestáramos nuestra opinión sobre este tema seguro que coincidiríamos.
La suma total de nuestros deseos, al ser expresión de la voluntad general de un núcleo comunitario concreto ¿no debería ser interpretada como de interés público en ese ámbito?
No albergo ninguna duda sobre el particular.
Cuestión distinta será la consideración que tal aspiración merezca a quienes se ven gravados con esa imposición próxima a la esclavitud. Ya abren los domingos, pero ¿cómo reaccionarían ante la imposición de quedarse sin vacaciones en beneficio de la comunidad?
Chelo y Jovino ¿son víctimas o victimarios? Difícil pregunta.
Lo que sí parece claro es que no se puede generar adición sin asumir después las consecuencias de tal conducta.