Desde la fundación de las Naciones Unidas, la cooperación internacional -la palabra clave era compartir -tenía el objetivo esencial de lograr en todos los países un desarrollo integral y endógeno (después vino la acepción de "sostenible").
Así, solo así, haciendo posible que todos los seres humanos pudieran tener en sus propios países los medios para una vida digna, se evitaría que se produjesen flujos de emigrantes desesperados, porque en sus tierras, explotados en vez de ayudados, se morían de hambre.
España, cuando los necesitó en épocas florecientes, reclamó a muchos emigrantes -¡sin regularizar!- y ahora, en la época de las vacas flacas, pone vallas llenas de cuchillas para impedir su entrada... Y presenciamos todos, con el corazón encogido la llegada en pateras o en embarcaciones primarias a nuestras costas o a las italianas de personas expulsadas de sus países de origen por la extrema pobreza.
Y la Europa de los mercaderes en lugar de intensificar la ayuda al desarrollo, la disminuye drásticamente. Y el PNUD hace lo mismo. Y el Presidente del Gobierno español "exige a Europa una respuesta contundente a la inmigración ilegal" cuando en nuestro país ha recortado de manera muy contundente las ayudas al desarrollo.
¡Qué razón tiene el Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación cuando declara que "la presión en las fronteras sur de Europa persistirá hasta que se cree riqueza en los países de origen"!. Lo lamentable es que la cooperación que fomenta en su Ministerio es prácticamente inexistente.
¡Soluciones y menos contradicciones!