Este verano toca Ébola, y en África, dicen, se están muriendo cientos de personas contagiadas. A mi, al igual que me ocurrió cuando tocó el Sida, me tiene intrigado que ciertas enfermedades de nueva generación siempre se originen en África, en países de extrema pobreza, y muy lejos de los Estados Unidos de América, en donde, se da la circunstancia, que uno de sus potentes laboratorios farmaceuticos, que por cierto ya ha disparado su cotización en Bolsa, asegura que tiene a punto un "combinado" que dio resultados positivos en el setenta y cinco por ciento de los monos previamente infectados para el experimento.
Estos días, consecuencia del traslado del sacerdote Pajares a Madrid para proseguir su tratamiento contra la desgraciada enfermedad, ha transcendido la noticia de que España es el país con más misioneros católicos por el mundo, se habla que unos trece mil. Mi absoluta admiración por ellos. Sin lugar a dudas son los anti sistemas de la Iglesia del boato y el oropel. Son el ejemplo de la entrega desinteresada a los demás, todo lo contrario a esa "casta" de la Conferencia Episcopal plagada de cardenales y obispos bien comidos y bien servidos.
Echo de menos, aunque fuese por una vocación tardía, que personajes tan emblemáticos como Rouco Varela o Martínez Camino, ahora que tienen más tiempo libre y ahora que el Ébola hace estragos en África, no entreguen sus religiosas y santas vidas al prójimo y emprendan el camino a las misiones. Sería un buen ejemplo de que creen en lo que tanto predican y estarían a un paso, casualmente, de la vida eterna.