A los escritores insignificantes como yo también nos entrevistan a veces. Una entrevistadora sorprendentemente respetuosa, tratándome de usted, me preguntó:

        —¿Cuál es su mayor logro literario, señor Fornells?

        —Bueno, señorita, siendo esperanzadoramente optimista diré que mi mayor logro literario está todavía por llegar.

        —¿Y su mayor logro en la vida?

        Mi respuesta, al contrario de lo que me sucedió con la anterior pregunta, no tuve que pensarla ni un segundo:

        —Mi mayor logro en la vida, aparte de enamorar a mi maravillosa mujer, es haber traído al mundo un hijo que ha demostrado quererme casi tanto como yo le quiero a él, o sea infinitamente.

         El resto de la entrevista no se apartó de lo habitual: Las mismas preguntas que no se cansan de repetirte una y otra vez los periodistas. ¿Cómo se me ocurrió hacerme escritor? ¿Las historias que contaba eran fruto de mi imaginación o eran reales? ¿Cómo definiría mi estilo? ¿Estaba trabajando en una nueva novela? ¿Qué escritores admiraba más? ¿Qué escritores habían tenido una mayor influencia en mí? ¿A que escritor me parecía o me gustaría parecerme? Y no añadiré nada más para no cansarles. Lo que yo considero realmente importante ya lo he reseñado aquí.