El otro día hablaba con un vecino inglés que, el tío no pierde oportunidad para criticar cosas que hacemos los españoles:
—Perdone, vecino, que se lo diga, pero me aburren la mayoría de las canciones que se cantan en su país. No hay una sola de ellas en la que no salga a relucir la palabra corazón —expuso él.
—Pues ustedes, los de habla inglesa, son infinitamente peor que nosotros, no hay una sola canción en su idioma en la que no se quejen una o varias veces:
Levantó sus pobladas cejas demostrando sorpresa, el consumidor de té a las cinco.
—¡Absurdo! ¿De qué nos quejamos nosotros? —al borde del mosqueo.
Le dirigí una mirada maliciosamente burlona y le respondí:
—Se quejan todo el tiempo. Ay, ay, ay… (I, I, I…)
Se tomó el guiri tan mal mi crítica, que ahora cuando nos cruzamos por la calle no me saluda.