Estamos viviendo tiempos en los que lo imposible sucede con una cotidianeidad que asombra. Así, de siempre se quiso entender como tarea harto difícil poner puertas al campo. Hoy, no solo se ponen físicamente puertas y portillas, oseras y xugás, sino que además se vigila y acota el mismo con guardias, helicópteros y, lo último, cámaras de video camufladas. No solo una. Los amigos del FAPAS, dicen tener instaladas una treintena de ellas por estos campos de dios, (y de sus dueños, aunque este sea el Estado, que al fin, somos todos nosotros, aunque algunos no lo acaben de entender)
La finalidad aducida: vigilar el comportamiento de la fauna salvaje de Asturias y la Cordillera. Jamás he visto en la prensa un reportaje gráfico sobre el comportamiento de un corzo, lobo o jabalí, con la precisión y oportunidad con la que se ofrece este de los “malísimos” furtivos del Concejo de Quirós. Aunque, vaya usted a saber, a lo mejor no es Quirós, sino cualquiera otro Concejo de Asturias o vecindades. O, incluso, a lo mejor no son furtivos y es todo mentira.
El furtivo es una persona que caza sin permiso. Esa es la definición académica. Y no es una flor de un día, sino que toda la vida existieron furtivos, casi siempre cazando para obtener un pan de cada día que, en tiempos como los que corren, no es abundante. Igual esos demonizados “cazadores”, (furtivos, por más señas con pasamontañas y toda la parafernalia con la que aparecen), lo único que están haciendo es conseguir un bocado de carne que llevarse a la boca escondiendo su rostro de la barahúnda de vigilancias. (Eso, en el supuesto de que sea verdad lo visto, repito).
Pero, a lo que iba es a que no parece de recibo que en plena naturaleza, con una excusa tan vaga, (como si los animales necesitasen vigías), se instalen cámaras de centinela. Parece más bien, una extensión de las normas de urbanidad, (por lo de urbe), al campo. Es decir, de lo que se trata es de que el tirano naturalista pille a alguien haciendo no sé qué cosa ilegal y aplicarle una disciplina que no olvidará en su vida. Y hacer caja y carrera, que corren tiempos malos. Del mismo modo que pillaron “in fraganti” a esos supuestos furtivos, los podrían haber pillado meando en el bosque frente a una cámara clandestina, con lo cual el grabador podría verse en un aprieto por publicar intimidades escatológicas, dado que no somos animales al uso. Prohibido verter aguas en el monte, dirían entonces.
No tiene lógica esto de las cámaras. Es una invasión del espacio público con unos fines nada claros. El monte es algo que aún nos queda para libre disfrute, (a menos que FAPAS lo haya registrado a su nombre) y a nadie le gusta que se observen sus actos en plena naturaleza sean del carácter que sean. Existe una cosa que se llama Guardería, cuyo oficio está más que claro: cuidar el medio y evitar los desmanes. Invadir sus competencias ilícitamente como están haciendo, pues va a ser que no es función de Asociaciones son o sin ánimo de lucro. El “Gran Hermano” no debe llegar tan lejos. Quédense en sus despachos los vigilantes del gran ojo que todo lo ve o vayan al monte a perderse.