Oleada terrorista, ¿estallará el proceso de paz?

Atentados contra la infraestructura eléctrica, contra las tractomulas que llevan el crudo, contra los acueductos que transportan el agua para las comunidades, contra la fuerza pública, contra la población civil, actos que hacen parte de esta nueva andanada de las Farc y el Eln, como parte de una estrategia para endurecer su posición, forzar la necesidad de la contraparte, de buscar con más ansias la terminación del conflicto, o simplemente porque se está negociando en medio de la guerra.

 

Una táctica de vieja data en la cual, el participante de un proceso de paz, en este caso la guerrilla, quiere medirle el aceite al contrario, en este caso el gobierno, y por supuesto a la sociedad colombiana.

 

Sin embargo, esto se da, coincidencialmente, en medio de la discusión del punto dedicado a las víctimas del conflicto. Un punto en el que ya el máximo jefe de las Farc, alias Timochenko, habló por los voceros del grupo armado ilegal, señalando que no se arrepiente de haber desangrado al país. Y se da, en medio también de la proximidad de la salida de varios de los cabecillas medios de la AUC que ya pagaron sus penas, dentro de la ley de Justicia y Paz.

 

Una oleada que ya hizo mella en la paciencia del propio presidente, Juan Manuel Santos, quien le dio claramente a las Farc que, de seguir los atentados terroristas, el gobierno se levantaría de la mesa de diálogos de La Habana, una posición firme y necesaria, debido a que está en juego el diario vivir de los colombianos.

 

No obstante, hay que ver que al Jefe de Estado lo reeligieron con las banderas de una paz estaba, posiblemente, a la vuelta de la esquina. Lo que no se puede tolerar es que, en aras de llegar a la terminación del conflicto, se sea permisivo con estos actos terroristas y ataques contra la población civil, por más que se esté negociando en medio de la confrontación.

 

Por tanto, hay que llamar a la Fuerza Pública a que refuerce su accionar y fortalezca su lucha contra estas organizaciones, para minimizar esta amenaza, mientras se llega a la meta de una paz negociada, como lo quisieron más de 6 millones de colombianos, en las pasadas elecciones.

 

La paz, sí, pero no en desmedro del diario vivir de los ciudadanos de bien.

 



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