El Congreso Extraordinario del PSOE ha dado, en aclamación entusiasta, su respaldo al Secretario General electo, Pedro Sánchez, vencedor en las pasadas elecciones primarias ,que merecieron una atención de la opinión pública mayor de la esperada, teniendo en cuenta el despego generalizado con el que se observa a la clase política.
Confirmado ,por lo tanto, el nuevo líder del PSOE, surgen los interrogantes acerca de los senderos por los que va a trascurrir la acción política del partido socialista , para remontar las horas más bajas de su larga historia. Situación originada tanto por los pésimos resultados de las elecciones europeas , como por la presión que sobre su ideología ejerce la nueva formación de Podemos ,declarándose representar la auténtica izquierda regeneracionista.
Los alrededor de 200.000 afiliados al PSOE, tienen el mérito de su fidelidad a una siglas que hoy parecen haber perdido contenido de su identidad fundacional, hasta tal grado que muy difícilmente aceptarían esos niveles de devaluación, históricos del socialismo español como Indalecio Prieto ,Besteiro y el mismo Rubial. Parece sintomático que de todas las siglas la única que se resalte sea la “S”. Puede valorarse como irrelevante, pero los gestos de imagen suelen dar pistas sobre las auténticas intenciones.
De entrada y más allá de enderezar los errores del zapaterismo, se percibe que la mayoría socialista se ha inclinado por una clara posición de izquierda, pero dispuesta a competir con la reciente irrupción de movimientos extremistas y con una postura más beligerante frente a las aventuras filonacionalistas. Se podría resumir que el nuevo PSOE, a tenor de las primeras declaraciones ha optado por la moderación, en la línea de un centro izquierda europeo, capaz de cortar el paso a los ultras, comunistas y antisistemas.
Para España es absolutamente necesario que el PSOE recupere aliento para recobrar protagonismo, en función de alternativa de izquierda moderada frente a una derecha, igualmente moderada. Son las posiciones constitucionalistas, alejadas de radicalismos, las que siguen representando
a cerca del 80% de los españoles y eso a pesar de rebrotes generacionales muy críticos.
Tiempo habrá para constatar si los iniciales pronósticos favorables trascurren sin redentorismos ,ni apelaciones al resentimiento social, evitando que el PP agite el demonio frentepopulista.
Algún carisma debe de tener el nuevo líder, cuando en tres meses se ha ganado la mayoría del partido. Sería bueno que la tenga para reformular lo que debe ser la izquierda de una sociedad libre y moderna. Así se lo ha recomendado Manuel Valls, teniendo muy presente que si unas elecciones primarias se ganan desde la izquierda, gobernar solo se consigue desde el centro. Un fino analista escribía:”Los socialistas tienen que volver a tener vocación mayoritaria, y olvidarse de sus arranques marxistas, revanchistas y anticlericales”.