Las agencias calificadoras de riesgo han tenido un papel decisivo dado que diseñaron geopolíticamente los trazos por donde circularon, circulan y/o circularán las inversiones financieras.
Los argentinos conocemos en función de la dolorosa experiencia transitada durante la crisis económica, política y social del período 2001-2002, el rol muchas veces determinante que han tenido en varios países las agencias calificadoras de riesgo, sea en el origen, desenvolvimiento y desenlace de sus catástrofes económicas y financieras. Podemos decir sin temor a equivocarnos que han provocado graves consecuencias sobre los pueblos, en su conjunto, en todos los órdenes sociales, políticos e institucionales.
La crisis financiera global del período 2008-2009 que tuvo epicentro en los Estados Unidos, y las crisis que hoy padecen los países europeos, son señales de un modelo económico global con eje en la especulación financiera que ha excluido y negado la participación de los Estados Nacionales como garantes de la justicia social. En estos países las agencias calificadoras de riesgo han tenido un papel decisivo dado que diseñaron geopolíticamente los grandes trazos por donde circularon, circulan y/o circularán las inversiones financieras.
Estas empresas no pertenecen ni dependen de ningún espacio institucional estatal ni supranacional. Por lo tanto, al no ser Estado sólo representan al mercado como primera conclusión. Ello permite ir clarificando acerca de los intereses a los cuales responden e identificar también cuáles son sus postreros designios. Una característica primordial es que operan a nivel global, evaluando, calificando y opinando, con el fin de crear consensos y falsas seguridades que garanticen la expansión de los capitales financieros concentrados. Naturalmente no les importan las consecuencias económicas y sociales que provocan sobre el desarrollo nacional y la vida de la gente.
La crisis financiera internacional reciente, la más importante después de la de 1930, tuvo como uno de los actores responsables a estas agencias calificadoras de riesgos de crédito, que le dieron visto bueno a los créditos hipotecarios de los Estados Unidos con una valuación muy superior a la cotización real de dichos activos. Esto es, manejaron créditos que en realidad les hubiera correspondido una calificación para el inversor de “Alto riesgo” y, sin embargo, otorgaron una categoría como activos de “Nulo o escaso riesgo”. Desconocieron a sabiendas seguramente, el riesgo implícito que tenían esos créditos hipotecarios como ser capacidad de pago del deudor, calidad de las garantías recibidas, y el precio sobrevaluado de los inmuebles adquiridos. La ecuación riesgo/rentabilidad fue adulterada por la acción de “estas agencias”, dando lugar a inversiones millonarias por parte de actores económicos privados e institucionales a escala global en estos activos financieros.
La experiencia que transita nuestra región latinoamericana es muy importante por ser libertaria y esclarecedora. Por ejemplo el diseño de dispositivos institucionales económicos supranacionales, como será el Banco del Sur integrado por los países latinoamericanos, nos permitirá resolver las necesidades financieras con recursos propios aportados por los miembros que lo componen, siendo este Banco el que califique y no una agencia internacional que muchas veces responde a otros intereses.
Resulta indispensable entonces e indelegable, defender nuestra soberanía económica y financiera, con la clara conciencia de que las calificaciones de riesgo deben entenderse en el marco de un modelo de desarrollo productivo nacional y regional, y en donde aquellos no se midan desde la óptica de la maximización de la rentabilidad financiera, sino que por el impacto negativo que puede provocar el ingreso de activos financieros en el desarrollo y evolución de una economía nacional en todas sus dimensiones, sean económicas, sociales o ambientales.
Esto implica invertir la lógica de la calificación, contra la lógica del interés financiero, es pensar desde nuestro propio modelo de desarrollo con inclusión y una mirada latinoamericana. Es, en síntesis, “ser nosotros mismos” como bien lo dice Cristina Fernández de Kirchner.También nos explica que: “No hay sociedades que puedan crecer en forma sostenida, si se profundiza la brecha de desigualdad”, y este debe ser nuestro objetivo. “Junto con Stiglitz coincidimos en que es importante el tamaño de la torta pero también cómo se distribuye. ¿Porque si no saben qué pasa?” “¡Cuando la torta se la comen dos o tres, se terminan atragantando, empachando y tampoco les sirve a ellos!” Por eso necesitamos que la torta pueda llegar a la mayor cantidad de gente posible, para que sea grande pero, fundamentalmente, para que no termine (otra vez) indigestando una sociedad y también una economía.¡Siempre lo más importante es ser soberanos? en todo sentido!
* Artículo publicado en el diario El Argentino.
1 comentario
# pia-maror16 Responder
29/10/2015 19:42Scarlett es magnifica, “El truco final” es una propuesta que me recuerda muchísimo a “El Hipnotizador” la nueva serie de (les cuelgo el enlace para que le echen un vistazo http://www.enbreve.tv ) HBO, tiene temática similar. Volvamos a la película, tiene una historia entretenida en primera instancia, con diálogos rimbombantes y conjeturas rebuscadas nuestro director ejecuta una obra en fragmentos estilo puzzle pero sin llegar a los extremos, con una cuidadosa fotografía, escenarios planeados con la delicadeza de un gran artífice, maquillaje certero y fidedigno, es obvio que toda la producción se esfuerza por sacar la obra a flote sin el desventajoso desinterés del arrebato, sino con la intención de delicadeza, suspense y tensión, para los amantes de la taquicardia cuya percepción inspecciona hasta al más mínimo detalle, el cual será crucial en la película. Las virtudes de la cinta son evidentes, el guión es una obra escapista/ilusionista con el simple propósito de engañar al espectador y hacerlo sentir diversas emociones; la dirección de actores es exquisita.