Páramo y la Focella

Asturias es una comunidad autónoma que, además de tener un paisaje impresionante e inconfundible y gentes con un “alma” especial, posee todos los elementos necesarios para ocupar los primeros puestos del ranking de las comunidades históricas: lengua propia y derecho propio.

Dejo el tema de la lengua para personas más cualificadas que yo, y me centro en el tema del derecho consuetudinario asturiano, a cuyo estudio e investigación me vengo dedicando en los últimos años.

Es un tema del que me hice eco en numerosas publicaciones pero sobre el que merece la pena volver, sobre todo a partir de la constatación de que es un derecho vivo, que se sigue practicando en todos nuestros pueblos, mostrando la firmeza de su arraigo.

Para mantener viva la atención sobre nuestro derecho consuetudinario, organizo todos los años un módulo de campo, abierto a todo el mundo, que en cada edición se centra en el estudio de una figura, una institución o uno o varios elementos vinculados a tal derecho.

Este año se ha ocupado de la parroquia rural, con visita a las de Páramo y La Focella, en el concejo de Teverga.

No fueron dos parroquias rurales elegidas al azar. Se trata de dos parroquias de alta montaña vinculadas por una historia común edificada en torno al denominado Privilegio de Bellito Auriolis o del Páramo de La Focella. Este privilegio, cuya gestación obviamos por razones de espacio, tenía cuatro características fundamentales:

1. Nace como un privilegio de exención tributaria y termina convirtiéndose en un privilegio de hidalguía.

2. Comienza como un privilegio de adquisición por descendencia de privilegiados y termina ampliándose a uno de adquisición por nacimiento en un lugar.

3. Se trasmite por descendencia de hembra y varón privilegiado.

4. Se adquiere por matrimonio con privilegiado independientemente de que su consorte sea varón o hembra.

Con los beneficios de este privilegio, los tres lugares afectados por el mismo, Páramo, La Focella y Villa de Sub, quedaron convertidos en un lugar de linaje al que acudían los vecinos de los pueblos próximos para casarse con gente del lugar y pasar así a disfrutar de la condición de hidalgos.

Páramo, La Focella y Villa de Sub llegaron a formar un concejo propio con ayuntamiento, cárcel y escudo.

En 1827, este territorio pasó a ser un núcleo inframunicipal agregado al concejo de Teverga, dividiéndose las tres aldeas en dos parroquias rurales, una que incluyó a Páramo y Villa de Sub, y la otra, a La Focella.

Visitar estas parroquias en la jornada matinal, comer en Páramo, en casa Manolo (fabada, pote asturiano, cabritu al horno con patatines, flan, requesón, borrachinos, arroz con leche), y dedicar la tarde a visitar la colegiata y el parque de la Prehistoria, constituyen reclamos suficientes para ir redimiendo la deuda y enjugar el déficit que padecemos en el conocimiento de Asturias.

Parafraseando a Salvador de Madariaga: “Asturias es el más universal de los reinos de España, porque mientras Cataluña se obsesiona en parecerse a Europa, Asturias quiere parecerse a sí misma”.

 



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