No es tan difícil ser moderadamente feliz. Confórmate con lo bueno que te está dando la vida, aunque te parezca que es poco, reconociendo que eres afortunado porque podría estar dándote bastante menos. Y si además gozas de buena salud, considéralo un motivo más para sentirte feliz. Y si la gente que tienes más cerca te ama, considéralo otra razón añadida para sentirte feliz. Y si a todo lo anterior, le sumas que tienes un trabajo digno con un salario que cubre tus necesidades básicas, considéralo otro motivo afortunado para sentirte feliz.
Y si has conseguido mantenerte a salvo de la codicia, del odio y del eterno descontento, tienes razones sobradas para sentirte feliz.
Total que tu felicidad depende en muy buena medida de lo alto que tu ambición ponga el listón que separa la infelicidad de la felicidad comedida. Abre bien los ojos del juicio y podrás ver que hasta las personas inmensamente ricas son, con suerte, relativamente felices y hazte a la idea de que la gran felicidad, la felicidad perfecta, convergen muchas posibilidades de que no exista.