Uno no sabe a qué vienen esas ínfulas de los gobiernos en general y los europeos en particular, poniéndose ‘estupendos’ y poniendo nombres estrambóticos a lo que siempre se llamó aligerar la cartera al ciudadano. En este caso al ciudadano transportista asturiano, al que ahora le van a meter un centimazo ‘sanitario’ en las autopistas francesas, como primero se lo clavaron en los gasóleos españoles y después se lo impondrán por circular en jueves, un suponer. Qué gracia. Podrían llamarlo rejonazo, sablazo, atraco, multa o, simplemente, robo. Pero no, sanitario, para que huela más a limpio, para que ‘duelga’ menos. Lo malo es que los gobierno propios tienen a copiar lo malo de los ajenos y aquí en cuanto le das una idea al tonto de turno para llenar la caja sin exprimir la imaginación, le pone una firma y la manda al BOE.
Pero, a lo que iba, que es a hacer un poco de repaso de la situación en este San Cristóbal que marca el inicio de un nuevo ejercicio bianual en el que, por primera vez en siete largos años, quiero pensar que se atisba un sutil y esperemos que progresivo cambio de la tendencia. No ya tanto por lo que hayan hecho y dejado de hacer los gestores de la cosa pública, cuanto porque la propia sociedad se rebela contra los nefandos y prolongados de una crisis financiera artificialmente provocada para ajustar la economía mundial en términos de producción barata, y mediante el esfuerzo, una vez más, el ingenio, el tesón y la fe en las personas, se esfuerza en recuperar el tono económico y productivo buscando salir colectivamente del hoyo.
Muchas empresas del sector asturiano del transporte han completado durante estos difíciles años una compleja –y costosa en términos humanos y materiales—transformación de sus estructuras empresariales, de su tecnología, de su estructura de costes y, también de sus medios humanos y directivos hoy competentemente formados y capacitados para el desarrollo eficaz de la actividad en los sectores industrial o de servicios que exige la sociedad contemporánea. Y lo han hecho, incluso, con demasiada humildad mediática, quizá porque prefieren no ser protagonistas por sus dichos y sí por sus hechos.
Desgraciadamente, en eso el sector no fue una excepción, algunos no han podido completar el camino hasta el momento actual, pero en conjunto el daño ha sido menor de lo que en principio se temía y ahora, cuando las cosas vayan mejorando, que lo harán, el transporte en el Principado, tanto de mercancías como de viajeros, sigue listo para competir.
El Gobierno central, a su modo, echa una mano a Asturias, pero al pescuezu. A fin de “ayudar” a la economía de esta Comunidad Autónoma, hace todo lo posible por impedir que la Zalia se ponga en marcha, mantiene en el limbo la petrolinera de El Musel, le pega un tijeretazo al aeropuerto de Asturias para que sólo puedan aterrizar aviones de juguete, deja el furacón de la Variante para cultivo de champiñones y se lleva la autopista del mar para Galicia –así se lo exigió Rajoy a Hollande en su primera entrevista tras el triunfo electoral del segundo, además de implantar la ‘ley seca’ en media montaña lenense, y dice que es el gobierno que más apoyo da a Asturias desde tiempos de César. Una comunidad deprimida y sin comunicaciones no es buena para el transporte, señor presidente, así que no nos ayude tanto, por favor. Suprima, o deje en testimonial, el peaje del Huerna y no imagine nuevos impuestos, animado por el ejemplo de los vecinos del otro lado de los Pirineos o los de la igualmente vecina Portugal.
Pero, ¡qué caray!. Se trata de celebrar San Cristóbal, así que dejaré el ‘mitin’ para otra ocasión. Me alegra compartirlo con esta querida familia del transporte, el asturiano especialmente pero también el universal, que cada día nos trae los suministros necesarios para vivir y del que muchos no se acuerdan más que un día al año. Y me alegra más saber que, cuando comience la recuperación, a los hombres y mujeres de este sector esencial para la economía del Principado los encontrará preparados. Con los pelos blancos de tanto impuesto y tanta norma y tanta gaita, pero capaces como nunca y con más voluntad que el Alcoyano, que perdía 14-0 en el último minuto y pidió prórroga. Nosotros-ustedes, prórroga no, pero que nos dejen trabajar sí.