El ideario de la izquierda no encaja en la Europa de la austeridad, destaca "El País" en primera página (6 de julio de 2014). La austeridad dictada por la Sra. Merk-el y los Merk-ados -que han tenido la desfachatez de nombrar sin urnas a los gobiernos de Grecia, cuna de la democracia, e Italia- no ha afectado a los más acaudalados. El número de millonarios en Europa y en España no ha cesado de aumentar desde que empezó la crisis.
"Sanidad mermada", decía un editorial del mismo periódico el 5 de julio. Y educación mermada. Y salarios mermados...
Especialmente relevante en este contexto es el artículo de Francisco G. Basterra titulado "Desbarajuste" publicado también el 5 de julio. He aquí algunos de los párrafos: "vivimos un desbarajuste internacional, en el sentido de confusión y desorden, desde Europa hasta Asia, pasando por el gran Oriente Próximo"... Crece la sensación de que hemos perdido el control de la historia y que, en palabras del analista Ian Bremmer, asistimos a la destrucción creativa del viejo orden geopolítico...Pekín responde con la afirmación de su hegemonía en el teatro de Asia-Pacífico y aviva los nacionalismos regionales, despierta el militarismo japonés y hace dudar a los aliados de Washington de sus compromiso defensivo ante el gigante chino"...
Es necesario, no cabe duda, un gran liderazgo para refundar a las Naciones Unidas y para que Europa constituya rápidamente una unión política y económica para encauzar a la monetaria, y ponga los "mercados" y a la "Merkel" en su sitio.
Un mundo que cumpla eficazmente con el compromiso supremo de cada generación: pensar en las siguientes. Que pueda atender las grandes prioridades: alimentación, agua, salud, medio ambiente, educación y paz. Para ello es necesaria la transición de una economía de especulación, deslocalización productiva y guerra a una economía basada en el conocimiento, de desarrollo global sostenible y humano.
Queda claro que no serán las pautas mercantiles las que puedan orientar estos cambios radicales, sino los principios democráticos que establece tan lúcidamente el preámbulo de la Constitución de la UNESCO. Está claro que no serán los grupos plutocráticos del G6, G7, G8 o G20, sino un multilateralismo que ha de actuar rápidamente para reorientar adecuadamente las tendencias presentes.
Hoy ya no tenemos disculpa. Todos, podemos, cada día en mayor medida, expresarnos. Son precisos grandes clamores para que sea el poder ciudadano y no el "gran dominio" militar, financiero, energético y mediático el que lleve en sus manos las riendas del destino común.
Hay que poner los puntos sobre las íes. Hay que remediar rápidamente el actual desbarajuste. El por-venir está por-hacer, sí. Pero, ¿quién si no todos?