Esperanza Aguirre, la presidenta del Partido Popular de Madrid, es todo un ejemplo de los "brillantes" políticos que desde hace décadas campean por España para desgracia de los españoles. Y es tan "brillante" como "valiente" y mentirosa. Sus últimas intervenciones en la vida pública así lo demuestran.
Cuando aún está reciente , y pendiente de sentencia judicial, su bochornoso asunto con la policía local de Madrid después de darse a la fuga al solicitarle la documentación como a cualquier ciudadano que haya sido pillado infringiendo una norma de tráfico, ahora se "acojona" cuando el Partido "Podemos" amenaza con ponerle una querella como consecuencia de unas declaraciones en las que, la "brillante" política, más o menos tildaba al grupo liderado por Pablo Iglesias de etarra.
La sexagenaria Esperanza Aguirre va perdiendo la poca credibilidad que se le hubiese podido considerar. Sus constantes salidas de tono, cuando interviene "al sol que más calienta" y con viento favorable, y sus proclamas "valientes" e insostenibles -siempre acaba echando las culpas a los demás: personas o medios de comunicación- certifican el deterioro de alguien que vivió y vive magníficamente al amparo de una panfletaria carrera política.
Vio la trama Gürtel cuando ya no quedaba más remedio que verla, e intervendrá en el escándalo de Brunete cuando las evidencias ya sean insostenibles. Todo cuando convenga. Nunca sabe nada y nunca tiene la culpa.