Monarquía parlamentaria bananera

Si la corrupción política y empresarial es una lacra instalada en la sociedad española, cuando se utiliza vomitívamente en perjuicio de los más débiles -sin ningún tipo de escrúpulos por sus actores-, la cosa ya traspasa todos los límites de la degradación del ser humano.
Están saliendo a la luz pública las conversaciones grabadas a dos conocidos e influyentes empresarios de la Comunidad Valenciana vinculados directamente al Partido Popular: Vicente Cotino (sobrino del Presidente de las Cortes Valencianas, acusado de presuntos amaños y adjudicaciones de contratos, y que recibió, entre el 2002 y 2011, obras para su grupo de empresas familiar, de ayuntamientos y de la propia Comunidad, por importe de 276 millones de euros) y Enrique Ortiz(implicado en cientos de asuntos turbios, entre otros y más conocidos los casos Brugal y Gürtel).
En el caso concreto de la conversación que giraba entorno a los negocios de los geriátricos, se les oía hablar, sin el menor recato, de que sus amistades y familiares en el gobierno de la Comunidad Valenciana deberían maniobrar para suprimir las ayudas a los mayores, solos y discapacitados, con el fin de que se vieran abocados a recurrir al sector privado y así llenar sus residencias. Negocio redondo.
Cuando se grabó esa conversación, parece ser, por casualidad, quien ocupaba el cargo de Consejero de Bienestar Social, es decir la consejería de la que dependían las ayudas sociales que ambos detestables personajes buscaban eliminar, no era otro que el tío de Vicente Cotino, es decir: el actual Presidente de las Cortes Valencianas, el omnipresente Juan Gabriel Cotino Ferrer, más conocido por Juan Cotino.
Juan Cotino, a parte de un fenómenos político, una referencia para el Partido Popular (también lo era el ex presidente Francisco Camps), que ocupó multitud de cargos en la Comunidad Valenciana, es empresario y miembro Agregado del Opus Dei (miembro con compromiso de celibato). Un Santo, pues, que llegó a ser Director General de la Policía con el gobierno de José María Aznar.
¡En manos de quién estuvimos y en manos de quién estamos!.
Los gobiernos con mayorías absolutas, cuando la corrupción ya es una epidemia generalizada y más aún cuando afecta a miembros del propio Partido gobernante, impiden tomar las medidas eficaces y necesarias para que ciertos personajes dejen de campear a sus anchas a la espera de que una lejana sentencia judicial logre pararles los pies. Pero casi siempre ya es tarde. 
Ciertos políticos y empresarios, con sus actuaciones mafiosas, han convertido a España en una Monarquía Parlamentaria bananera.



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