Nos toca vivir y compartir un tiempo pleno en dualidades. Una curia, una monarquía y una república se dan la mano. En el Vaticano, un Papa que claudica. Por acá, un Rey que abdica y por allá en Cuba un Comandante que dimite. Aunque nada quedará al azar.
El Papa saliente no se sentía capacitado físicamente para continuar con la labor Pastoral y con esta decisión nos llega el Papa Francisco.
Nuestro hasta ahora Monarca, cede el sillón real en su hijo, Felipe VI. Entre las encuestas y las imputaciones han acelerado todo el proceso.
Por las Antillas, hace unos años en la isla de Cuba, un Comandante se debatía entre la vida/muerte y traspasa el cargo a su hermano, Raúl Castro.
Ahora desde el balcón papal de la basílica romana, de vez en cuando recibimos dos bendiciones al unísono.
Sobre lo que nos es propio, habrá un trasvase entre la Zarzuela/Pardo. Consejos paternales y guiños de un hijo agradecido.
El patriarca sigue a la sombra pero ordena y manda. Su fiel y leal hermano firma los documentos para dar legitimidad.
Me pregunto, ha cambiado algo? Desde fuera parece que sí, ya lo decía el slogan del comercio (Al Pelayo): Al "dos" por "uno".
En un caso hay demasiada comunión y en los otros dos: lazos de sangre. Solo que unos hematíes son azules y los otros rojos. Los tríos para las alcobas, los dúos para cantar y los unos para Atila.
Los libros de historia reflejaran estos primeros años del Siglo XXI como algo inusual, paradójico y casual. Los que la vivimos in situ, tenemos suerte. Nos libramos de memorizar lo que escriban en los libros ya que sabemos más que el propio autor. Además de testigos y como no nos chupamos los dedos, juzgamos, opinamos y no comulgamos.
Pares o nones.