Si alguien tenía alguna duda de el por qué el tribunal, encargado de fiscalizar a los organismos públicos y a los partidos políticos, es incapaz de detectar la mínima irregularidad en las cuentas aportadas y tiene que ser la justicia -cuando cumple independientemente su papel- la que vaya poniendo las objeciones y las denuncias sobre las contabilidades "A" presentas y las contabilidades "B" no presentadas, supongo que tal duda haya quedado resuelta al oír al Presidente del Tribunal de Cuentas, Ramón Alvarez de Miranda, responder a las preguntas sobre los lazos familiares y de amistad eterna de más de cien personas que componen parte de la plantilla del órgano fiscalizador del Estado. Alvarez de Miranda contestó argumentando la más que probable "vocación" de ciertas familias a ocupar determinados puestos de trabajo.
Es sorprendente tal "vocación" familiar -más bien parece una epidemia- cuando hay casos como que de un determinado representante sindical de la Unión General de Trabajadores esté trabajando una hermana, un hermano, dos cuñados y un primo; de otro sindicalista (También de UGT), la primera esposa, la segunda esposa, una nuera, un hijo, una cuñada, dos sobrinos, otra hija y un amigo personal. Otros ejemplos: un hermano del expresidente del Gobierno José María Aznar; la esposa del exministro del Partido Popular, Federico Trillo; dos hermanas de la exministra del Partido Popular, Elvira Rodriguez; etc., etc. Incluso el actual Presidente del Tribunal de Cuentas, el propio Ramón Alvarez de Miranda, tiene de "vocacionales" una concuñada y un sobrino de su esposa; y su segundo, el Presidente de la sección de Fiscalización, Javier Medina Guijarro, tiene a su esposa, una hermana, un hermano y un pariente de su esposa.
El Tribunal de Cuentas tiene doce consejeros -que nadie se adelante y piense que son independientes- nombrados por el Congreso, siete propuestos por el Partido Popular en el Gobierno, y cinco (uno de ellos consensuado con Izquierda Unida) propuestos por el Partido Socialista en la oposición; y dada su composición constituye una gran "vocación" onerosa, dicen que el salario medio, de su plantilla de 700 personas, ronda los 3.000 euros.
A la vista está, España es un histórico y gran país transformado por sindicalistas, patronales y partidos políticos mayoritarios -para su beneficio- en una gran empresa con ánimo de lucro. Y, vergonzosa y vocacionalmente, ¡bién les va!.