Difícil, muy difícil, se presenta el recién comenzado reinado de Felipe VI.
Crisis económica y social, desprestigio institucional y ruptura de la unidad nacional, fueron mencionados como problemas en el discurso del Rey en las Cortes Generales. El paro es el que mayor preocupación suscita entre los españoles y es el que a medio plazo va a tardar en atenuarse. Respecto a la corrupción, hay suficientes recursos para acabar con ella. Es el soberanismo el que de forma inmediata puede torcer gravemente este nuevo periodo.
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Artur Mas y un gran sector de catalanes han optado por no convivir con el resto ni con los demás españoles. Los tópicos se han impuesto a la realidad y a la razonabilidad política. Definitivamente ha triunfado el “España nos roba” y adoptado el síndrome de la “nación elegida”, aunque pueda conducir a una especie de ruina colectiva.
Desde diferentes medios nacionales y extranjeros, se ha puesto de relieve que el órdago de Artur Mas, ya no es amago si no que está encima de la mesa, sordo a los mensajes conciliadores, incluidos los que realizó el Rey Juan Carlos, poco antes de su abdicación con la intención de ponérselo más fácil a su sucesor. Por el contrario en las últimas horas ha intensificado su campaña de internacionalización del “problema catalán” y aumenta la preocupación en muchos sectores, especialmente en los empresariales.
Ahora mismo hay expectación sobre como va a transcurrir la próxima visita de los Reyes a Cataluña, a Gerona, con ocasión de los actos de la Fundación Príncipe de Girona, titulo que ahora corresponde a la Princesa Leonor. Los desplantes y descortesías, hasta el momento han sido de gestos y parece aventurado valorar que pudiera derivarse de un traspaso de líneas rojas de la legalidad y respeto a la Jefatura del Estado.
El Rey, en su discurso, aludió en diferentes ocasiones a la Constitución y a su propio carácter de Rey Constitucional, precisamente es en Cataluña y por su Generalitat, representante del Estado, donde la Constitución es obviada olímpicamente y no solamente en sus símbolos o con la lengua.
La opinión pública está demandando mayor congruencia entre lo que se manifiesta y la realidad. Por ejemplo que “el imperio de la ley”, sea algo más que una frase brillante.
Lo vieron millones de españoles .El Rey, de acuerdo con el artículo 61 de la Constitución, juro solemnemente:” Desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas”.
Obligación y facultad que tiene una enorme trascendencia aunque no se especifique con detalle la forma de ejercerla. En un régimen de Monarquía parlamentaria la acción del Rey en el plano político y sobre todo, su intervención en la toma de decisiones se mueve entre la neutralidad y la moderación, pero como decía Sabino Fernández Campo, uno por neutro no puede ser tan neutro que no se pronuncie nunca.