El pasado sábado Asturias fue la protagonista en la ciudad de Valladolid como consecuencia de celebrar su fiesta anual el Centro Asturiano en la capital de Pucela donde reside una muy importante colonia de nuestros paisanos nucleados en torno a esta embajada de Asturias en Castilla que dispone de una magnífica finca en las afueras de la ciudad con unas instalaciones muy completas desde deportivas a culturales pasando por una imagen de La Santina presidiendo la finca hasta un hórreo estupendamente conservado.
El Centro Asturiano en Valladolid cuenta con 300 socios y está presidido por la joven Concepción del Fueyo, de origen allerano y cuyo padre, Adolfo del Fueyo Arguelles, sí es natural de Aller llevando ya muchos años afincado en Valladolid, siendo el impulsor al frente de un grupo de asturianos de lo que es hoy uno de los principales centros asturianos del país.
Con el paso de los años hubo que vencer dificultades y en un momento dado su hija junto con un grupo de jóvenes, como la secretaria general María Nieves Toribio, lograron no solo evitar la desaparición del mismo sino potenciarlo siendo una excelente realidad a día de hoy.
El acto, celebrado en la tarde del sábado, contó con un pregonero de excepción, el peluquero de la selección nacional de fútbol Ramiro Fernández, ya con las maletas hechas para trasladarse a la sede de “la roja” en Brasil, salvo que esta sea eliminada. Numerosos balcones de Valladolid tenían colgada la bandera española en apoyo a “la roja”.
Ramiro Fernández hizo un canto a la ciudad, a la esencia castellana, a lo que representa que Asturias disponga en su corazón de una embajada en la misma y que desde ella se mantenga viva la presencia del Principado entre su colonia a través de mil y una actividades que se desarrollan a lo largo del año. “No hay mejor manzana –dijo Ramiro Fernández- que los siete manzanos traídos del Caudal que airean esta hermosa finca. Aquí habéis plantado una semilla de Asturias y, con el paso del tiempo, se ha enraizado creciendo con la fuerza y el vigor de un tronco y la belleza y delicadeza de unas ramas que cuando florecen es como si entornasen los ojos con un guiño a las mozas y mozos de la tierra”.
Tras sus palabras se entregaron las insignias del Centro Asturiano. La de oro a José María del Canto, ex presidente, por su labor y dedicación a lo largo de estos años. Una de plata a Felicidad Plaza Rodríguez, por sus 25 años como socia y otra a Francisco Redondo Acebes por el mismo concepto.
La presidenta Concepción del Fueyo expresó su alegría porqué el pregonero había acudido a la fiesta acompañado de ilustres asturianos como Esperanza del Fueyo, presidenta de los Humanitarios de San Martín, el Cuarteto Torner encabezado por Luis Estrada, el rapsoda Joaquín de la Buelga, director del grupo cultural “La caravana del verso” y el vecino de Oviedo, el doctor Song, médico de Corea del sur, especialista en acupuntura y que lleva más de 30 años residiendo en nuestra comunidad, así como el preparador de fútbol Manuel Louzao acompañamiento que, por supuesto, dió realce a la fiesta.
Allí tuve ocasión de saludar al comisario Monchi, allerano de pro, hoy jubilado y casado con vallisoletana, a José Luis Bellido presidente de la Federación de Casas Regionales y Provinciales de Castilla y León, a Manuel Castaño Rivera, presidente nacional del gremio de peluqueros, así como a una muy amplia colonia asturiana.
El acto fue cerrado con la declamación de versos del luanquín Aurelio Ovies a cargo del rapsoda Joaquín de la Buelga muy contento porque su grupo, “La caravana del verso”, actuará en septiembre en la mismísima gruta de Covadonga cuyo abad, Juan José Tuñón, por cierto, acaba de ser nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad de Valladolid que de siempre tiene una estrecha relación con Asturias.
El “Cuarteto Torner” por su parte puso al público en pié comentándome su director Luis Estrada que están ya muy cerca de llegar a las 2.000 actuaciones. El acto se cerró con la interpretación del himno de Asturias a cargo de la banda de gaitas del centro. La fiesta, con cena de confraternización incluída, duró hasta altas horas de la madrugada.