Tiempos de cambio

He visto a través de la televisión el debate y la votación en el Congreso para aprobar, como así fue, la abdicación de Juan Carlos I como Rey de España. Quedó claro que en tan importante tema de Estado el bipartidismo funcionó a fondo lo que a lo mejor no hubiera sido así de no estar todavía Alfredo Pérez Rubalcaba al frente de la secretaría general del PSOE. La Ley fue aprobada con el 88 por ciento de los presentes en la Cámara Baja y,como era de esperar, los representantes de los partidos de izquierda y nacionalistas argumentaron no una valoración de la labor de Juan Carlos I sino el planteamiento monarquía o república. De los siete asturianos que se sentaron como diputados en el hemiciclo solo votó en contra el diputado de Izquierda Plural por Asturias Gaspar Llamazares. El único representante de un partido asturiano, Enrique Alvarez Sostres, de Foro Asturias, tan elegante como siempre, esta vez vistiendo con tonos azules, fue el más breve en su exposición pero directo en el reconocimiento de la figura de Juan Carlos I, de su esperanza ante la etapa que va a inaugurar Felipe VI, tan ligado a Asturias así como conocedor de nuestros problemas, no dejando duda alguna en cuanto a cual iba a ser poco después su voto. A lo largo de la sesión ocurrieron actitudes variopintas como la del portavoz de AMAIUR que terminó en euskera proclamando la república vasca a la vez que mostraba una ikurriña, el portavoz de Ezquerra Republicana de Cataluña que también terminó proclamando la república de dicha comunidad autónoma, los de Izquierda Plural que durante la intervención de Cayo Lara mostraron un papel solicitando “referéndum ya” mientras los dos grandes pesos de la política española, Mariano Rajoy, el que más habló, incluso de economía, y Alfredo Pérez Rubalcaba, coincidían en sus discursos como si antes de la sesión se los hubieran intercambiado.

 

La verdad es que quien tiene ahora, en primer lugar, que afrontar y rápidamente una profunda remodelación para no perder la condición de segundo partido del país y detener, por tanto, la sangría de votos que ya reflejaron los resultados de las elecciones al parlamento europeo el pasado 25 de mayo, es el Partido Socialista Obrero Español que necesita con urgencia un nuevo líder y también una nueva dirección. Descartada la presidenta de Andalucía Susana Díaz, más lista de lo que muchos creen, autoeliminada la catalana Carmen Chacón, si bien hoy entiendo por qué: Ha dimitido el secretario general del Partidos Socialista Catalán Pere Navarro y ahí la ex ministra de Defensa puede tener su oportunidad, solo queda valorar los posibles candidatos siendo el diputado vasco Eduardo Madina, en su día víctima de un atentado de ETA el que, en mi opinión, tiene más fuerza. Otro diputado, Pedro Sánchez, de Madrid, ha manifestado asimismo su intención de presentarse a las primarias además de un socialista de Sevilla, de cuyo nombre ni me acuerdo, y del joven Alberto Sotillos, hijo de Eduardo Sotillos, portavoz en el primero gobierno de Felipe González. Con este panorama Madina tiene la mayoría de las cartas de la baraja para salir elegido salvo que al final también decida dar batalla el ex lendakari Patxi López quien ayer comió mano a mano en Sevilla con su compañera de partido y lideresa andaluza Susana Díaz. Como el PSOE solo gobierna en dos autonomías muchos analistas empiezan a volver su cabeza hacia la Federación Socialista Asturiana puesto que Javier Fernández, a la vez presidente del Principado, es persona de máxima confianza de Alfredo Pérez Rubalcaba, además de ser discreto y conciliador lo que puede llevarle a una actuación de arbitraje y de efectiva contemplación de las distintas gaitas que sonarán en la cúpula de su partido, dejando bien claro, eso sí, que por su cabeza no pasa la posibilidad de aspirar al cargo de Rubalcaba.


Son tiempos de cambio, evidentemente, y el Partido Popular tampoco podrá dormirse en los laureles. Mariano Rajoy, creo, tiene dos bazas en la mano: que la economía española siga mejorando y que apoyándose en ello adelante las elecciones generales de noviembre del 2015 a marzo haciéndolas coincidir con las municipales y autonómicas. En el ambiente, por supuesto, flotan las cuestiones soberanistas de Cataluña y la espectacular aparición de Podemos pero si el cambio de Jefe de Estado sale bien, como así parece, la nueva etapa puede ser muy interesante para España y la Unión Europea, aparcando de momento lo de monarquía o república. Claro que nuestros dirigentes, nuestros políticos actuales, deben también hacer esfuerzos para regenerar sus figuras y dignificar el papel que juegan en una sociedad modera y democrática.

 



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