Así le va a este país

Lo que voy a contar viene al caso porque en estas fechas muchos alumnos de escuelas de muchos países del mundo están inmersos en los exámenes de fin de curso.

         Un muchacho de un país que, por prudencia y seguridad propia, me privo de decir su nombre, me ha contado que él y otros cuatro o cinco muchachos de su clase, (clase que pasa de los treinta y pico alumnos), que han sacrificado su diversión, se han esforzado estudiando varias horas al día con el propósito de aprobar y sacar buena notas. Pero para desencanto y exasperación suya son testigos de que el resto del alumnado aprueba empleando el método de las tradicionales chuletas y, algunos llevan su osadía y desvergüenza hasta el punto de cambiar la hoja en que deben realizar los exámenes, por otra que traen preparada de su casa con las respuestas convenientes que han sacado, copiado de Internet y de otros medios que les son también igual de útiles para conseguir el propósito que persiguen.

         Todo esto ocurre con sus examinadores mirando para otro lado, sin ejercer sobre ellos control alguno.

         Si uno fuera malicioso (y no tiene porqué dejar de serlo) podría pensar que los alumnos tramposos cuentan con la comprensión de sus supuestos educadores porque éstos ocupan el lugar que ocupan gracias a, en su momento, haber actuado también de un modo ilegítimo.

        Ese país de tramposos e inútiles que se esfuerzan únicamente en trepar a lo más alto sin más méritos que su desmedida ambición y su deshonestidad, serán algún día sus gobernantes, unos gobernantes tramposos, corruptos e inútiles que llevarán su país a la ruina mientras ellos, sus amigos y colaboradores habrán reunido muy saneadas e inmerecidas fortunas.

         Siento una pena, un dolor y una desesperanza profundos por esos muchachos que creen van a ser premiados, recompensados, sus esfuerzos, sus sacrificios y su inteligencia.



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