Democracia directa

 

Las pasadas elecciones europeas han deparado grandes sorpresas. Quizá la más llamativa fue la irrupción en el panorama político con una fuerza sorprendente de Podemos.

Este partido político se registró el 11 de marzo y en escasos tres meses obtuvo la impresionante cifra de 1.239.133 votos, que se tradujeron en cinco escaños.

Recuerda el caso de Foro Asturias a nivel autonómico.

El éxito de Podemos se debió, en gran parte, al acertado uso de las redes sociales y a la participación de su líder en programas televisivos de debate en los que utilizaba un lenguaje directo y contundente muy al estilo del que una gran parte de la sociedad quiere oír.

Es un partido que surge al calor del denominado Movimiento del 15-M, protagonizado por jóvenes descontentos que pretenden recuperar la democracia directa como modo de gestión, por contraposición al actual sistema de partidos, que no representa al pueblo sino al capital.

 

Sin nada que ver con lo anterior, pero, como se verá, con connotaciones comunes, el pasado viernes 23 de mayo, es decir, dos días antes de las elecciones, se desarrolló el VII Módulo de campo de derecho consuetudinario asturiano que anualmente organizo en el seno del Seminario Jurídico Gerardo Turiel, al que asisten jueces, abogados, economistas, funcionarios, profesores de universidad y personas interesadas, y que en esta ocasión tuvo por objeto el estudio de la parroquia rural asturiana, con visita a las de Páramo y La Focella, en el concejo de Teverga.

 

En el transcurso de mi intervención en el atrio de la iglesia de La Focella, lugar totémico por el simbolismo que entraña, que se hunde en las raíces del nacimiento de la parroquia rural como institución, los asistentes reivindicaron la generalización del régimen de concejo abierto, actualmente permitido únicamente para las entidades de población de menos de cien habitantes.

Entendían quienes propugnaban esta idea que el concejo abierto (reunión de todos los vecinos) era el mejor método para decidir y solucionar los problemas de interés general.

Resulta curioso que en dos ámbitos distintos, con colectivos representantes de intereses también diferentes, la reivindicación sea la misma: democracia directa y concejo abierto.

Debo decir que no soy partidario a ultranza ni de una ni de otro. Creo, más bien, que vivimos un exceso de democracia.

 

La democracia, sea directa sea representativa, es un sistema adecuado para decidir determinadas cuestiones: el trazado de una carretera, la ubicación de una piscina, la construcción de una escuela y similares. Pero falla estrepitosamente cuando a través de ella se adoptan decisiones técnicas, para las que la opinión de la mayoría es, en muchos casos, perniciosa.

¿Se decide democráticamente cuál debe ser la cantidad de hormigón de un acueducto?

Categóricamente, no. Nadie se atrevería a reivindicar tal pronunciamiento para el sistema; es una cuestión técnica.

 

¿Por qué, entonces, las grandes decisiones económicas que nos afectan a todos se adoptan por la clase política? ¿No son cuestiones técnicas?

Entiendo que hay un exceso de democracia que hace peligrar el sistema y su pervivencia. Las decisiones técnicas deben tomarse basándose en el conocimiento y no en lo que diga la mayoría.

            Sea cual fuere la opción correcta, vienen muy a cuento aquellas palabras de Nelson Mandela en las que afirmaba que “Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento



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