En función de las últimas encuestas publicadas en España, la abstención amenaza con un porcentaje en torno al 60% para los próximos comicios europeos. Resulta desmoralizador pero todo parece indicar que la estimación es bastante acertada. En efecto existe una gran desilusión con la Unión Europea y el escepticismo es total. Según el 90%, tal situación viene provocada por el desastroso concepto existente sobre la clase política. Raro es el día en que no aparecen nuevos imputados y millonarias peticiones de fianzas por parte de los jueces. Estamos tan acostumbrados a convivir con la corrupción que ya es considerada como algoconsustancial con la clase gobernante, que a este paso, terminaran representándose solamente a ellos mismos.
Como siempre ocurre, en los últimos días de campaña, todos apelan desesperadamente al mal llamado “voto útil”, momento en que los ciudadanos se preguntan ¿pero útil para que y para quien?, ¿para que siga la misma cuadrilla de desdichados en sus poltronas?, ¿se refieren a la pléyade de políticos instalados alternativamente en la golfería institucional?
El único desahogo con que cuenta la sociedad, harta de tanta porquería y envilecimiento, consiste precisamente en negarles ese voto, porque cediéndolo estaremos regalando a estos personajes cinco años instalados en sus puestos de diputados, magníficamente remunerados y granjeándoles unas magníficas jubilaciones.
Si existe algo que los españoles tenemos meridianamente claro es una necesaria y urgente regeneración, que jamás vendrá de la mano de socialistas y populares, cuyas trayectorias todos conocemos. El manifiesto divorcio entre el pueblo español y las instituciones políticas no para de crecer. A estas alturas intentar disimular el evidente desprecio y repugnancia hacia la clase política es simplemente ridícula. Es una escandalosa realidad, altamente criticada y denostada pero que nadie es capaz de abordar con el rigor y la seriedad necesarios.
Solo existe un camino para intentar salir del miserable pozo en que nos encontramos, que en principio consiste en evitar que siempre sean los mismos quienes se lucran y reparten el botín. No queda más solución que modificar el escenario, comenzando por el cambio de director y elenco de actores en la obra de teatro. Necesitamos un cambio radical, y para ello, solo disponemos del “voto útil” que tan ladinamente nos demandan PP y PSOE. Lo suyo es apoyar a los mal definidos como partidos pequeños, que propugnan otra forma de gobernar, democráticamente, sin manipulaciones y otorgando al ciudadano el respeto que merece a través de una justicia libre y verdadera que nos proporcione el poder vivir en una nación respetada y respetable. PP y PSOE ya agotaron el generoso crédito que en su momento les fue concedido, pero nadie garantizó que fuese eterno. Rajoy comenzó la campaña afirmando que “España va bien” y ahora, no conformándose, ya proclama que “Irá..spectacular”. En cuanto a Rubalcaba, prácticamente amortizado, posiblemente agonice con o sin primarias en las presentes elecciones europeas.