Altas vallas con concertinas cortantes. Muros, mentales sobre todo, para rechazar a quienes huyen de la guerra y del hambre.
Italia y Lampedusa. España y Ceuta y Melilla. Son la puerta de Europa. De la Europa insolidaria. De la Europa de los mercados. De la Unión monetaria sin unión económica ni política.
Europa, incapaz de favorecer el pleno ejercicio de los derechos humanos. Europa, incapaz de cumplir sus responsabilidades intergeneracionales (“El mayor y más acuciante compromiso”, según el Presidente Nelson Mandela).
Se está fundiendo el Ártico; se está alterando la habitabilidad de la Tierra; miles de seres humanos viven en condiciones de extrema pobreza y mueren de inanición cada día… Es un genocidio cotidiano que no atendemos. Bien al contrario, los aislamos con vallas y desamparo, al tiempo que invertimos en armas y gastos militares más de 3,000 millones de dólares al día.
La solución es el desarrollo endógeno de los países más pobres y empobrecidos.
La solución está en, rápidamente, abandonar los grupos plutocráticos y refundar un multilateralismo democrático.
Europa sólo ayuda a las instituciones financieras. Debe ayudar a la gente. Debe respetar plenamente los derechos humanos. Debe liderar cambios radicales que nunca realizarán los mercados.
Pronto habrá elecciones europeas. ¿Qué pretenden los candidatos? ¿Piensan propiciar grandes transformaciones o sólo piensan en ocupar un escaño y que todo siga igual?