Está que arde la campaña por la Presidencia de Colombia. Y son tres las palabras que en los últimos días se han tomado los principales titulares de los medios de comunicación: guerra sucia y escándalo.
La bola de nieve comenzó hace algunas semanas, cuando se denunció, por parte de la campaña del presidente candidato Juan Manuel Santos, de la estrategia del uribismo de infiltrar adeptos, para tratar de sabotear los actos políticos del santismo.
El caso se presentó en Arauca, durante un evento presidido por el aspirante a la Vicepresidencia, Germán Vargas Lleras, quien literalmente se ‘salió de los chiros’, por cuenta de las fuertes críticas proferidas por un ex aspirante a la Cámara por el Centro Democrático, que se encontraba en el lugar del evento.
Este fue el primer campanazo de lo que se veía venir, en materia de guerra sucia. El segundo round, y es allí donde comenzó a sonar con fuerza la palabra escándalo, la puso sobre la mesa el periodista Daniel Coronell, quien en su columna de opinión de la revista Semana, reveló un presunto pago de 12 millones de dólares recibido, al parecer, por los asesores, JJ Rendón y Germán Chica, para mediar en la búsqueda de un grupo de narcos, de someterse, por una ‘vía amable’, a la justicia colombiana.
Esta denuncia dejó como damnificado al propio JJ Rendón, que tuvo que presentar su renuncia a realizar la asesoría respectiva a la campaña reeleccionista del presidente Juan Manuel Santos, lo que constituye, según analistas, en un golpe para la consecución del objetivo de repetir mandato, por parte del Mandatario, toda vez que el venezolano le había salvado la papeleta al entonces candidatos Santos, en los comicios de 2010, ante la arremetida de la recordada Ola Verde, del ex alcalde de Bogotá, Antanas Mockus.
Caso que todavía no se ha resuelto, ya que tanto Rendón como Chica se echan ‘el agua sucia’ sobre la presunta recepción de este millonario pago para que narcos como los hermanos comba y otros, se sometieran, con condiciones especiales, a la justicia, escenario que no pudo concretarse, debido a que la ley colombiana no lo permite, como lo dijo la hoy ex fiscal Vivianne Morales, quien en su momento buscó hacer realidad, dicha alternativa.
Pero, a este escenario de por sí caldeado por las acusaciones mutuas, se ha sumado ahora un nuevo escándalo por presuntas interceptaciones ilegales a la campaña santista y al propio Jefe de Estado, luego de realizarse un allanamiento, por parte del CTI de la Fiscalía, a una oficina del norte de Bogotá, en la cual se detuvo al ingeniero, Andrés Sepúlveda, quien prestaba sus servicios a la campaña del candidato uribista, Óscar Iván Zuluaga.
Escándalos y guerra sucia que han afectado por igual a las dos campañas que puntean las encuestas: la de Santos y la de Zuluaga, mientras que los otros candidatos, Enrique Peñalosa, Marta Lucía Ramírez y Clara López, observan cada vez más estupefactos, estos hechos que se han vuelto casi que el pan de cada día, a menos de 18 días de realizarse la primera vuelta presidencial, este 25 de mayo.
Y como colofón queda la aparición de una especie que no es nueva en el mundo, pero sí novedosa para la realidad colombiana: los hackers, protagonistas de algunos de estos escándalos y rifi-rafes en las redes sociales.
Lo dicho, la campaña para la Presidencia de Colombia, está que arde.