(Dedicado a todos los que lo lean y muy especialmente a mi amigo Xuanín “el Asturiano”)
Mucho tiempo antes de que mis queridos y siempre añorados padres me llevaran a un colegio de pobres (expongo esto para diferenciarlo de los colegios de pago) y aprendiera yo geografía y estuvieran lejísimos de nacer en mi la vocación de trotamundos y de escritor (siempre me suena pretenciosa esta palabra y posiblemente lo es) conocí yo el nombre de otra región, además del de la región donde he nacido, gracias a David “el Asturiano”, el mejor amigo de mi abuelo Silvino (pescador como él) por haberles escuchado cantar a dúo, en momentos de sana euforia:
—“Asturias patria querida, Asturias de mis amores…”
Hoy, no sé muy bien por qué (o quizás sí), con los ojos empapados de nostalgia he levantado mi vaso de sidra y acordándome de esos dos entrañables ancianos, que tan hermosa y profunda huella dejaron en mí, me he puesto a cantar:
—“Asturias patria querida, Asturias de mis amores…”
Y es que para sentir cariño por otras regiones, además de por la tuya, tienes que sentirte, para empezar, y para terminar también, español… ¡muy español!