Una autonomía descafeinada

Nicanor Fernández, el mejor comunicólogo y orientador de masas que hay en la región, pasea por el centro de la ciudad del brazo de su buen amigo Felipe Fernández, ex director general de Liberbank, ya prejubilado y reconvertido a consejero, preocupados como estamos todos por la marcha de esta comunidad autónoma que cada vez, digan lo que digan los muñidores oficiales, está más atrás en el tren del desarrollo autonómico nacional. Todos, incluído Liberbank, se nos están yendo de esta tierra en la que cada vez parecen confiar menos asturianos con poderío, caso de asturianos con capacidad financiera -aún quedan algunos- y que, como es el caso más fehaciente, el de Fernando Masaveu, se van a otros países o regiones donde pagan menos impuesto. Si no que se lo pregunten a Manuel Menéndez, a Fernando Kelly o a Pedro Luis Fernández….

 

Lo decía muy bien ayer La Nueva España: Como tu padre te deje algo de herencia te caerá el pelo a la hora de liquidar el impuesto de patrimonio a la Hacienda local. La política de los socialistas desde que gobiernan esta región, desde siempre, salvo el periodo de Francisco Alvarez-Cascos, el breve, es la de aplicar todo tipo de impuestos posibles con la consiguiente huida de capitales y empresarios.

 

Como autonomía no tenemos capacidad de reacción alguna, estando a verlas venir. Probablemente una gran parte de nuestra población, la de pre jubilados y jubilados, está anestesiada, sin apenas presionar a las distintas Administraciones para reivindicar el papel auténtico de la tercera edad. Creo que en estos momentos, y en los que se avecinan, organizaciones como FAMPA (La Federación de Mayores del Principado de Asturias) que preside Dolores San Martín y que cuenta con 70.000 afiliados de todo tipo e ideologías en nuestra comunidad debería de ser más contundente en su presión social. Los mismos sindicatos tradicionales no están lo que se dice en su mejor momento y continúan con su paripé reivindicativo, caso de la minería, después de llevar más de 30 años tragando a cambio de prejubilaciones y fallidas diversificaciones industriales el cierre de nuestras minas.

 

En una palabra, al día de hoy somos una autonomía descafeinada y doliente que observa impertérrita como nuestra juventud hace la maleta en busca de oportunidades y trabajo y a los viejos solo les queda divivertirse echando la partida en el bar de la esquina. Y lo poco que nos va quedando se lo llevan ágiles recaudadores, no solo de impuestos. Me comentaba esta semana el eterno presidente del sector de la construcción Serafin Abilio Martínez que a unas obras de dos o tres millones de euros que acaba de convocar la Confederación Hidrográfica del Cantábrico se han presentado más de cien empresas, la mayoría allende Pajares, incluidas varias del País Vasco y de Cataluña, muchas con bajas temerarias. A la que se le acaba de adjudicar por el Principado los viales del nuevo hospital general es una de ellas. Muchas vienen sin equipaje alguno, a coger la obra, cobrar lo primero que tengan a mano y luego pedir aumentos o irse con la música a otra parte. Leo el registro Mercantil y ya no me sorprende la cantidad de suspensiones de pagos o quiebras que se reflejan en el BORMA, principalmente en el sector de la construcción y también en el de la hostelería. Vaya usted, amigo asturiano, al País Vasco a Cataluña, por citar, y preséntese a algún concurso de una de sus administraciones. Imposible. Lo mínimo es que tendrá que formar una UTE con alguien de la localidad quien ostentará además la mayoría. Vamos, como si quisiera trabajar en Argelia.

 

Tenemos un gobierno autonómico lleno de buenas intenciones pero chapucero. Lo último: ha tenido que retirar de la Junta General del Principado una de las tres leyes para créditos extraordinarios por defectos de forma. Esto no lo arregla ni la voluntariosa Elena Valenciano que por fin se acuerda de Asturias y mañana estará en Mieres haciendo campaña para las europeas con especial defensa de la minería, ese sector que ni el PSOE, ni el PP, ni IU supieron defender en su día, rasgándose como hacen ahora las vestiduras ante el gobierno de turno. Yo de ser la número uno del PSOE en España al parlamento europeo me dejaría de tanto mitin y bajaría mañana a una explotación para conocer in situ lo que vale un peine. Ya lo he escrito en muchas ocasiones pero no me explico, salvo que sufra de claustrofobia, como a estas alturas de nuestra democracia ni siquiera el Príncipe de Asturias haya bajado a una mina. Como no se de prisa en unos pocos años no podrá hacerlo al haber cerrado todas. Tengo que preguntar un día al director emérito de la Fundación Príncipe de Asturias, Graciano García, últimamente captado por la magia de la poesía, el por qué de esa ausencia y es que, sí, el carbón mancha pero, Alteza, no contamina.



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