Aquella mañana los soldados se encuentraron sorprendidos por todo lo que ha pasado. Y cuando van a contar lo sucedido a sus jefes los encuentran aterrorizados, y llenos de miedo. Piensan que nadie les va a creer, y les creen. Que les van a castigar, y les dan dinero. Y la mayor sorpresa llega cuando, les piden que difundan algo absurdo: que mientras dormían se llevaron el cuerpo de Jesús.
Para un cristiano la Pascua es la mayor de las alegrias, porque si Cristo no hubiera resucitado "seriamos los más desgraciados de los hombres". Si, es cierto, que la resurrección no nos aparta, en tantas ocasiones, de beber vinos amargos, porque también la gente de fe sufre, pero estamos aquí para cambiar nuestra tristeza en alegria, presisamente porque Jesús esta vivo, y es "primicia de los que duermen".
Decía Bernanos que "la única tristeza permitida a los cristianos es la de no ser santos". Y es que la alegría pascual no puede ser un geranio de invernadero, sino un recio árbol regado por la luz resurrección. Por eso el pesimismo, el desaliento y las pedradas dentro de la Iglesia, son señal de que no hemos descubierto la alegría pascual. ¡Ya no vale ser como Juan Palomo, ahora nos toca difundir por todos lados la alegría de Cristo resucitado!