Ayer acudí como casi todos los domingos al campo de San Gregorio para ver el partido entre el Universitario y el Lealtad de Villaviciosa. De un tiempo para acá echo en falta al rector Vicente Gotor, gran aficionado al fútbol pero probablemente con la mala conciencia de, a lo mejor, tener que cargarse al histórico equipo del Uni a final de temporada por eso de que los recortes en la Universidad de Oviedo pasan ya de castaño oscuro. Esta semana santa, como ya ocurrió en navidad, la principal institución docente se cierra a cal y canto, piscinas incluídas, para ahorrar en gastos generales.
El Lealtad es entrenado por el joven Javier Rozada, hijo del sobrino de la tía Nemesia, o sea, del senador del Partido Popular Isidro Fernández Rozada que no paraba de animar desde la grada en compañía de su compañero de partido el ex diputado Ramón García Cañal, hoy gerente de Tragsa en Asturias y contento por no tener que echar a ningún empleado tras ganar estos el juicio por ERE improcedente a la empresa. Chus el de Riosa hizo de delegado, que de fútbol sabe un montón, aunque el gran Marcial me comenta que perdió tres balones. En todo caso eché en falta una camilla por si se lesionaba un jugador. En la portería del Lealtad -hizo un gran partido, parando incluso un penalti- Javi Porrón, hijo de Javier el de Ovetus, también en la grada. A lo que iba, no me sorprendería que el hoy entrenador del Lealtad terminase en su momento en el banquillo del Real Oviedo.
El próximo día 23 en el salón de actos del RIDEA el ex consejero Jesús Arango presentará su último libro, “Relatos de economía política”, que será presentado por Melchor Fernández, ex director de La Nueva España y por Carlos Romero, ex ministro de Agricultura, y con quien el profesor praviano fue subsecretario en Madrid. Por cierto que el director del RIDEA, Ramón Rodríguez, director de la biblioteca de la universidad asturiana, comenzó la semana santa con mal pie y es que el otro día, tras pronunciar el pregón de la misma en el Club de Prensa Asturiana, salió a la acera con el celular en la mano y zapicó sufriendo diversas heridas en la cara de las que por fortuna se está reponiendo. Cuando sea alcalde de Llanera tendrá que tomar las cosas con más tranquilidad.
Cae en mis manos el último ejemplar de la publicación La Cuenca del Nalón, cuyo columna vertebral es la activa colega Aitana Castaño. Siempre la leo porque, entre otros atractivos, escriben cada mes una columna el felguerino Rufino Roces y el artista Jorge Serrano. En esta ocasión Rufino Roces, acertado como siempre, informa de que, por fin, los guardias civiles han ocupado la nueva casa cuartel de Langreo que estuvo más de dos años en stand bay por una diferencia en el pago del IVA entre la empresa constructora y el ministerio. Con buen criterio, como siempre, Rufino Roces opina que no se le ocurrirá, como en su día manifestó públicamente, al ministro del Interior Jorge Fernández acudir a Langreo para inaugurarla. La normalización de esta nueva instalación es una de las vergüenzas que dejan de serlo en el citado concejo minero. Ahora nos queda, entre otras, y muy gordas, el soterramiento de las vías del FEVE. El Principado, por vergüenza torera, está corriendo con la financiación después de que los fondos mineros quedaran congelados en Madrid. Por supuesto que los euros salen de nuestros bolsillos.
Pasar por la ovetense calle de Uría delante del edificio que SEDES tiene en venta cerca de la plaza de La Escandalera pone a uno la cara colorada y es que su aspecto exterior es deplorable -me imagino que el interior también-, lleno de pintadas y carteles de protesta, absolutamente justificadas, por cierto, de los trabajadores de esta constructora pública paradigma del fracaso de los gobiernos socialistas de Asturias. Lo que son las cosas, este edificio, en los tiempos esplendoroso cuando SEDES era punta de lanza de jugosas operaciones del Principado, fue sede de la consejería de Economía y Hacienda. Vivir para ver. Está claro que al PSOE asturiano privatizar se le da mal ya que todo lo que pone a la venta no encuentra comprador. Sede en Bruselas, sede en Madrid, SEDES, hotel de la Reconquista y eso que la titular de economía Dolores Carcedo parece espabilada.
Del otro lado del Atlántico mi espía preferida, la XP XIII, me envía con carácter de urgencia dos noticias. Una buena y otra mala. La buena es que el documental de 101 minutos, “Remine, el último movimiento obrero” del periodista gijonés Marcos Merino, sobre el último gran conflicto en el verano de 2012 de la minería asturiana ha triunfado con rotundidad. Enhorabuena a él y a su socio el Pulitzer de fotografía Javier Baoluz. La mala es que ha sido enterrado en el cementerio de La Chacarita de Buenos Aires el actor Alfredo Alcón, toda una institución del cine y teatro de aquel país. Tenía 84 años y en 1964 estuvo en Asturias coprotagonizando junto a un también joven, en aquellos años, Arturo Fernández la película de Julio Coll “Jandro”, historia apócrifa de la familia Felgueroso, promotora de la mítica explotación de La Camocha. Aquella película, con María Mahor como actriz principal, aún sigue rodando por las cadenas de televisión. Se hizo en color y cinemascope y la produjo otro asturiano, Jesús Rubiera, un empresario que hizo fortuna con importación de café y que movía todo su imperio económico, incluido el cinematográfico, desde una pequeña oficina junto a la Puerta del Sol en Madrid. Con Alfredo Alcón estuvimos en la playa de La Ñora, entre toma y toma, haciéndole un entrevista el también desaparecido Juan José Plans y un servidor. En la película, además de la citada playa, salían lugares típicos de Gijón como la antigua sede del diario El Comercio en la calle Corrida y actuaba el grupo folklórico de los Castros. Una de sus hijas tuvo también un pequeño papel en la película.