“El Consejo de Seguridad debe ayudar a encontrar una solución negociada para Ucrania”, escribe Jeffrey Sachs en un artículo publicado en “Negocios”, de “El País” el pasado domingo 6 de abril.
Refiere a continuación la necesidad apremiante de contrarrestar las recientes acciones de Rusia en Crimea. “Pero más allá de los temores que suscita la crisis de Ucrania –añade- no hay que olvidar el desprecio generalizado del derecho internacional en años recientes. Sin pretender restar importancia a las últimas acciones de Rusia, hay que señalar que se producen en un contexto de violaciones reiteradas del derecho internacional por parte de Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN”. Ejemplos: bombardeo de Serbia en 1999, sin un acuerdo previo del Consejo de seguridad; independencia de Kosovo; invasión de Irak sin esperar el veredicto de los inspectores de Naciones Unidas sobre la existencia de “armas de destrucción masiva”; las acciones llevadas a cabo por la OTAN en Libia en 2011 para derrocar al Presidente Gadafi… Y la imposibilidad de evitar la sangrienta confrontación en Siria, con ayudas de unos países al Presidente Al-Asad y de otros (como Arabia Saudita y Turquía) a los insurgentes.
Y la complicidad de la Unión Europea en un golpe de Estado realizado en Ucrania por una “sociedad civil” que contaba entre sus manifestantes con personas armadas hasta los dientes.
La solución –insisto en ello porque el mundo no puede seguir gobernado por los grupos plutocráticos impuestos por el neoliberalismo- está en una rápida refundación del Sistema de las Naciones Unidas, con una Asamblea General compuesta al 50% por Estados y otro 50% por instituciones y representantes de “Nosotros, los pueblos…”. Y, además del presente Consejo de Seguridad, otros dos Consejos: uno Socioeconómico y otro Medioambiental…
Nunca hubiera debido aceptarse sustituir los “principios democráticos” –tan bien establecidos en la Constitución de la UNESCO- por las leyes del mercado y el Sistema de las Naciones Unidas por grupos oligárquicos.
A la vista de la muy peligrosa encrucijada actual, las grandes potencias deberían hacer prueba de madurez… y los ciudadanos del mundo, ya nunca más súbditos atemorizados, deberían hacer patente un gran clamor mundial, con millones de voces “digitales”. El ciberespacio puede estar a la altura de los requerimientos de la expresión ciudadana a escala mundial.
El tiempo de la sumisión y del silencio ha concluido.