Rafa Nadal: de presidente a embajador

Aunque ocurre en casi todos los sectores empresariales, en los que el trabajo de los empleados se mide por objetivos y en la venta de determinados productos, es en el sector financiero en donde, utilizando una presión constante, los derechos de los trabajadores son vulnerados de forma ostentosa por personajillos mediocres y dañinos que, con unas características acomplejadas, ocupando puestos para los que se exige un perfil muy determinado, con la clara connivencia y el respaldo de sus superiores, se dedican a pisotear sistemáticamente a sus subordinados aprovechando el desamparo y la necesidad de conseguir o de mantener un puesto de trabajo.
Empresas que de cara al exterior publican sus códigos éticos y de buenas prácticas, pero que internamente consienten y protegen todo tipo de aberraciones por parte de algunos de sus mandos no tan intermedios. En las que están a la orden del día tanto los traslados forzosos -que conllevan en ocasiones una ruptura familiar dolorosa-, por no poder cumplir ciertas campañas comerciales que muchas veces incluyen productos cuyas características son engañosas para el cliente y de difícil comercialización; o casos de amenazas de despido - a empleadas de reciente incorporación a la empresa-, en el supuesto de que en un corto/medio plazo de tiempo decidan contraer matrimonio o tener hijos. También coacciones mediante correos electrónicos innombrables y consentidos (la propia empresa, si quisiera, los podría detectar) en los que los tratos vejatorios e intimidatorios constituyen el arma fundamental de esos personajillos.
Estos días, el gran tenista español y Premio Príncipe de Asturias, Rafa Nadal, ha firmado un contrato con el Banco Sabadell por el que se le nombra "embajador" de la citada entidad. El presidente de la misma, José Oliú, destacó entre otros méritos para el nombramiento de Nadal, "la rectitud, transparencia y solvencia en la resolución de conflictos".
Cabría pensar que personajes públicos o deportistas de gran nivel y una trayectoria intachable, como es el caso de Rafa Nadal, antes de aceptar una determinada representación o cargo -aunque sea extraordinariamente remunerado- hayan evaluado las peculiaridades y la transcendencia que ello conlleva. A mi, personalmente, me hubiera gustado ver siempre a Nadal en el papel de príncipe (de los deportes) y no en el de embajador (de una entidad financiera). Pero...



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