Valores (Píldoras filosóficas)

Generalizando, claro, somos tan egoístas, tan estúpidos, tan mezquinos que solemos valorar las cosas maravillosas que recibimos, cuando las perdemos. Esto no es tan malo cuando se trata de un guiso, de unos zapatos o de un traje que nos sentaba muy bien; pero si lo es cuando no hemos valorado como merecían a las personas que lo han hecho todo por nosotros como son nuestros padres, nuestros abuelos, otros familiares, amigos y, en casos más raros, nuestros profesores.

         

Obremos en consecuencia cuando todo esto tiene remedio y seamos justos y agradecidos. Cuantas veces una palabra amable, una frase de reconocimiento le habría hecho un gran bien a la persona que nos ha favorecido por el cariño, la simpatía o la amistad que nos profesaba, y se la hemos negado.

          

La desconsideración es también una forma de crueldad que convierte en verdugo al que la ejerce y en víctima al que la recibe. Procuremos ser ecuánimes y no verdugos, paguemos con nuestro reconocimiento y reciprocidad lo que recibimos gratis y que precisamente, por recibirlo gratis, muy a menudo, no le concedemos el enorme valor que tiene.

 



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