Parece ser que la “luna de miel” entre el alcalde de Oviedo y el presidente del Principado, estos días de baja por enfermedad, ha sido más corta de lo esperado. Agustín Iglesias Caunedo no quiso nunca entrar al trapo propiciado por su antecesor Gabino de Lorenzo respecto al cerco a Oviedo por parte de la izquierda gobernante y un detalle fue acceder a que Oviedo entre a formar parte del consorcio central de transportes, algo que no entiendo muy bien salvo que el billete del bus local pasará de 1,05 euros a 1,20 lo que me parece una barbaridad. Pero el alcalde ha clamado al cielo al ver como el gobierno del Principado olvidaba a la capital en el reparto de obras a realizar con el crédito extraordinario que se va a aprobar en el parlamento regional. Por ejemplo, la desidia existente desde hace años con la pasarela a la entrada del barrio del Naranco es de nota. Pienso que como nos acercamos a épocas electorales los cuchillos afloran ya dejando a un lado los intereses de los ciudadanos.
Oviedo, últimamente no me canso de decirlo, es una ciudad a relantí, viendo sus ciudadanos como pasan los meses y aún no se dan pasos concretos para resolver las grandes incógnitas inmediatas que tiene el concejo: Accesos al nuevo Hospital General, futuro de la zona de El Cristo que deja libre el HUCA e instalaciones complementarias además del cuartel de la policía nacional y la plaza de toros, el futuro de la gran parcela que queda libre con el cierre de la fábrica de armas de La Vega y la reordenación del emblemático monte Naranco cuyo plan de ordenación acaba de ser tumbado por los tribunales. Del Naranco solo se salvan las modélicas instalaciones del Centro Asturiano. Por detrás nos estamos quedan sin él por culpa de la cantera de Arcelor Mittal y por delante los monumentos pre románicos, únicos en el mundo, contemplan la urbe completamente desatendidos. En la zona de Cuyences, por ejemplo, una veintena de vecinos suspiran por poder edificar chalets o casas rurales en sus fincas, algo a lo que en su día el ayuntamiento dio el visto bueno pero la CUOTA, dichosa CUOTA, no accede argumentando para ello la proximidad de las depuradoras de Villapérez. Estos vecinos llevan, con más moral que el Alcoyano, más de diez años reivindicando el derecho a utilizar sus fincas pero la Administración es tozuda y lenta manteniendo el proyecto paralizado. Hace muchos años, siendo el gran José María Porcioles alcalde de Barcelona vino invitado por su colega Manuel Alvarez-Buylla a Oviedo y el regidor local le subió hasta el alto del Naranco. Cuando Porcioles contempló desde arriba la ciudad de Vetusta no pudo por menos de exclamar: “Amigo, si en Barcelona tuviéramos esto Montjuic no tendría nada que hacer”.
Hace años anduvo circulando por ahí un proyecto para la construcción de un tren de cremallera desde la base al alto de Naranco, al estilo del que en su día conocí en la localidad portuguesa de Nazareth, siguiendo la antigua guía que a principios del pasado siglo había en el Naranco para circular vagonetas de mineral de una explotación de piedra. El Naranco tiene la pista finlandesa para los andarines de turno y muy abandonada, por cierto. Menos mal que el citado Centro Asturiano ha recibido ya el visto bueno municipal y autonómico para la construcción de un nuevo complejo de piscinas en sus instalaciones. Encontrar un nuevo acceso a las mismas, evitando el largo rodeo actual, sería poner la guinda al pastel del que disfrutan a lo largo del año más de 17.000 familias. Oviedo necesita mantener la tradición debidamente combinada con el modernismo. Como el local conocido conocido como “La Chucha” en el campo de San Francisco continúa cerrado voy a proponer a unos cuantos amigos ovetenses cogerlo al menos para mantener vivo uno de los emblemas del mismo. Paca y Tola tendrían muy buena acogida en el mismo como ya ocurrió con antecesores suyos.