En Palencia, provincia minera por excelencia, acaba de cerrar la última explotación de interior, Carbones San Isidoro y María en Velilla del Río Carrión y que contaba con trece trabajadores. Vamos que, póngase como se pongan unos y otros, la minería subterránea de carbón en España va tocando a su fin, de ahí la preocupación surgida de nuevo en Asturias respecto al futuro de los 1.700 mineros que la empresa pública HUNOSA tiene aún en plantilla, parte de los cuales trabajan en los seis pozos que todavía se mantienen en explotación. En cuanto a la minería privada ya se ha encargado Victorino Alonso de ponerla patas arriba para desgracia de las gentes del suroccidente asturiano.
Pero volviendo las comarcas centrales está claro que HUNOSA ha venido a menos y en los últimos años ha dado tumbos según las directrices del gobierno de turno. Las pre jubilaciones han llevado a un rejuvenecimiento de la plantilla y de sus dirigentes sindicales, más preparados y menos radicales que sus antecesores, pero cuando las cosas no marchan la situación se complica, de ahí que de nuevo, y apenas iniciada la negociación de un nuevo plan de empresa que debería de garantizar el futuro por lo menos hasta el 2018, se haya vuelto a la huelga, a las manifestaciones y a los petardos mientras solo la presidenta del Partido Popular de Asturias, Mercedes Fernández, siempre más floja y superada, intenta dar la cara en apoyo del gobierno de Mariano Rajoy.
La única pieza que ha movido la dirección de la compañía es ofrecer el funcionamiento del pozo Carrio hasta el 2018 a cambio de cerrar ya el pozo María Luisa. Carrio, junto a Santiago y Nicolasa son las tres explotaciones con alguna posibilidad de continuar pero el recorte también trae, según la dirección de HUNOSA, el despido de 20o trabajadores, algo por lo que no pasan los sindicatos, o al menos eso dicen sus dirigentes.
El último conflicto de la minería no obtuvo buenos resultados para los trabajadores provocando cierta renovación en la cúpula de sus sindicatos. Es histórica la foto prendiendo fuego a unos neumáticos en una barricada del entonces secretario general del SOMA-FIA-UGT José Angel Fernández Villa. Otro detalle de mal agüero fue la no celebración por primera vez de la fiesta de hermanamiento minero astur leonés el primer domingo de septiembre en el prado de Rodiezmo. Hasta el mismísimo José Luis Rodríguez Zapatero tuvo allí sus momentos de gloria. Y de Alfonso Guerra, ¿Que les voy a contar?.
El sector pinta ya tan poco que los medios de comunicación nacionales pasan olímpicamente del conflicto y de las manifestaciones de los mineros. En todo caso, no es bueno para una Asturias en parte anestesiada, en parte decadente, como es la que nos toca vivir. Pienso que los sindicatos mineros deberían de buscar otras formas de presión. La huelga programada ahora, 48 horas a la semana, al final lo que va a servir es para que el minero pierda más de 600 euros al mes y que, por supuesto, reivindicaciones como el meter en plantilla a los de las subcontratas o mantener en funcionamiento los principales despachos de los economatos pasen de la categoría de lo improbable a lo imposible.
Creo que en cuanto al tema que nos ocupa nuestros dirigentes políticos deberían de tener mayor implicación y presión ante La Moncloa, empezando por la SEPI y por el Ministerio de Industria. El eje de ingenieros de minas con responsabilidad decisiva este problema -María Teresa Mallada, Gabino de Lorenzo, Javier Fernández- no funciona. La presidenta del PP asturiano Mercedes Fernández decía el otro día a los medios de comunicación que hay que ser responsables y apostar por el carbón a cielo abierto y la diversificación. Estoy de acuerdo pero eso había que haberlo hecho antes, no esperar a que el plan de empresa de HUNOSA finalizase y una vez más a la segunda reunión entre las partes para negociar uno nuevo 2014/2018 el conflicto estallase.
Insisto, en este país con casi seis millones de parados, en esta región con 103.700 en tan crítica situación, el problema minero ya no es la estrella del firmamento laboral y social, sin negar nunca la importancia que tiene. El desastre de la aplicación de los fondos mineros, el cierre de pozos, la diminución de plantillas, el aumento de las importaciones de carbón, etc. lleva camino de lo que inevitablemente va a ocurrir aquí, como acaba de pasar en Palencia: Echar el candado. ¿Cómo se pueden salvar todavía algunos muebles?. No es fácil pero a ver si por lo menos entre todos impera la sensatez.