Me gustó que el jueves pasado, los voluntarios de Cáritas comenzáramos nuestra reunión, rezando ante el Santísimo, en las clarisas de Villaviciosa, de la mano de nuestro delegado Jesús Fernández de la Vega. Y es que la pregunta que siempre nos hacemos ante todo lo que falta por hacer es ésta: “No estaremos perdiendo el tiempo, pues aunque solucionemos algunos casos, nos queda tanto por hacer”.
Está claro que nadie, nunca será capaz de parar todo el mal que existe en el mundo. Pero, también es cierto que, el amor avanza lento, pero implacable, aunque sigamos siendo todos bastante pesimistas. Por eso Cáritas sigue atendiendo a la gente que está sola. Acompañando a los enfermos porque esa es la mejor medicina. Cuidando al indigente con un panecillo de cariño y un café caliente. Y aprendiendo de los pobres.
Decía San Vicente de Paúl: “Recuerda de que será necesario mucho amor para que los pobres te perdonen el pan que les llevas”. Y es que los necesitados perciben muy bien cuando los acogemos, y cuando los maltratamos con nuestra indiferencia.
Oigo a los voluntarios de Cáritas contar historias dramáticas de la gente, y me parece el mejor comentario al Buen samaritano. Y ellos me parecen un ejemplo para cuantos vivimos un cristianismo rutinario, sin descubrir la suerte que tenemos por ayudar a los que no pinta nada.