Como si no hubiera bastante con ser ya el segundo país más desigual de Europa, la troika nos ayuda a escalar al primer puesto recomendado mayores bajadas de salarios y menores indemnizaciones por despido.
¿Mala fe o ignorancia?
A mi entender ambas cosas. Por un lado, la mala fe derivada de esta costumbre tan extendida de ver la paja en el ojo ajeno y no en el propio; es decir, de seguir considerando que toda la culpa de esta crisis es de los perdedores. De España, en este caso, y, dentro de España, de unos trabajadores que pretendieron, sin conseguirlo, que a todo incremento de precios le siguiera uno de los salarios. Por el contrario, ni la implantación del euro sin medidas correctoras, ni el dumping salarial alemán, tuvieron culpa ninguna de los desequilibrios que nos llevaron a acumular déficits comerciales, primero, y deuda exterior, después. Ni tampoco que la burbuja con que se inflaban aquí los precios la financiaran “ellos” con su superávit.
“Ellos” inocentes y nosotros culpables. Ese es su veredicto. Por tanto, para nosotros la penitencia. Y por lo visto aún no les basta con la que llevamos padecida. Si hemos aguantado hasta aquí, ¿por qué no un poco más?
La justificación, la de siempre: a menores salarios, mayor ocupación. Y como su regla no ha funcionado, puesto que salarios y ocupación han bajado al unísono desde el inicio de la crisis, pues habrá que aumentar la dosis. Y aquí es donde entra en juego la ignorancia. Porque si bajan los salarios no aumenta la ocupación sino los beneficios, y si estos no suponen un aumento de la demanda, y no pueden suponerla cuando quienes más beneficios acumulan no saben ya qué consumir, la ocupación acaba disminuyendo. Eso es lo que llevamos viendo en todo este episodio de crisis, aunque aún haya quien niegue la evidencia.
En el mejor de los casos, una bajada de salarios puede “atraer” y “desplazar” trabajo; de la empresa que no los baje hacia la que sí o de un país que no los baje hacia el que sí lo haga. Ese es todo su deprimente poder: contraer la demanda y la ocupación global, a base de desplazar el trabajo hacia donde se contraigan más los salarios, lo que consigue que se acaben contrayendo en todas partes, que eso contraiga aún más la demanda y que se retroalimente la espiral depresiva.
Y en eso estamos. Sobre todo en Europa. Impulsando fuerte una espiral depresiva que inevitablemente deprime a los países emergentes, y de ahí su devaluación reciente, y que solo los EUA de Obama parecen dispuestos a detener, a base de aumentar los salarios mínimos y de suportar un déficit exterior cada día más insostenible.
¿Hasta cuándo?
¿Hasta cuándo esta Europa insensata e insensible con sus ciudadanos y con los del resto del mundo? ¿Cuándo se darán cuenta de que la única salida de esta crisis es haciendo justo lo contrario, impulsando fuerte los salarios en los países más superavitarios para rebajar la presión sobre los de los otros y aumentar al mismo tiempo la demanda y la ocupación global?
En todo caso no antes de que gritemos fuerte todos juntos a la troika que nosotros no somos los culpables de esta crisis, que los culpables son ellos
*Nova Esquerra catalana. Miembro asociado de econoNuestra