Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno, anunció, con la mirada pasmada de los momentos de éxtasis que casi siempre tiene, que la próxima semana, el jueves , a petición propia, comparecerá el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en el Parlamento para explicar la tragedia de los inmigrantes africanos que intentaron cruzar a Ceuta.
A estas horas que escribo este comentario ya llevan contabilizados 14 muertos. El director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, se apresura a decir en Radio Nacional que todos murieron en territorio marroquí. O sea: murieron, pero menos. Murieron en Marruecos.
Repiten en televisión un vídeo en el que se ve a un grupo de desesperados africanos tratando de llegar a una playa de Ceuta en donde les esperaban, con pasividad, miembros de la Guardia Civil. En este caso no parecía que fuesen un grupo agresivo -como les catalogó en algún momento de su intervención Fernández de Mesa-, más bien parecían personas angustiadas que creían llegar a la tierra prometida. Parece ser que la estancia en el paraíso les duró muy poco, de inmediato fueron repatriados a Marruecos.
Posiblemente, el próximo jueves, el ministro del Interior justifique la repatriación diciendo que cuando ese grupo de inmigrantes fueron avistados nadaban en aguas internacionales.
Por ahora son solo 14 los muertos. Hoy estamos contentos, la prima de riesgo sigue bajando.