Lo que son las cosas del destino. Esta mañana acudí como cada domingo al campo de San Gregorio para ver el partido del Universitario -ganó 1 a 0 al Tapia de Casariego- y allí, apenas éramos cuatro gatos, hablé una semana más con Chema Feito, profesor del colegio de Los Dominicos y con el ex alumno Quique Veiga sobre quien fue nuestro profesor y buen amigo, el padre Fermín. Veiga me dijo que había ido a visitarle días atrás a la residencia en que desde hace un mes se encontraba recluido en Colloto y que dentro de lo mal que estaba tenía la impresión de cierta mejoría, pero apenas llego a casa una llamada me da la triste noticia: El padre Fermín Alvarez Parades acababa de fallecer.
No por menos esperado este tipo de noticias dejan de cortarte la respiración. El padre Fermín tenía 80 años, era natural de Las Regueras y el único que estaba vivo de sus trece hermanos. Su vocación religiosa fue intensa desde su más tierna juventud y para él su mundo giraba en torno a la orden dominica y en concreto al colegio de Oviedo. Fueron muchas las generaciones de alumnos a los que dio clase y muchos los antiguos alumnos con los que continuó manteniendo contacto a lo largo de la vida entre los que me incluyo habiendo encontrado en él plena colaboración durante los diez años que estuve como presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de Los Dominicos.
El padre Fermín siempre venía a nuestra reunión anual, el sábado previo a la Navidad, y aguantaba estoicamente nuestras bromas sobre el Real Oviedo del que fue un forofo apasionado no habiendo perdido partido en el Carlos Tartiere mientras el cuerpo aguantó. Naturalmente que lo de estar en segunda B lo llevaba muy mal. Sencillo y bondadoso en los últimos años los antiguos miembros de la directiva de ex alumnos solíamos reunirnos con él a comer en La Bodeguilla de Santa. Al tanto de lo que ocurría en la ciudad el padre Fermín recordaba a compañeros nuestros siempre con una palabra de afecto, de cariño hacia los que fueron sus alumnos, por muy pirabanes que hubiéramos sido, que lo fuimos. En cierta ocasión le dimos un homenaje en el curso del cual el ayuntamiento de Oviedo, representado por Jaime Reinares, y el Real Oviedo, con la presencia del entonces presidente Eugenio Prieto, le agasajaron como personaje local. Creo que llevar en su solapa la insignia del club carbayón que le impuso el presidente azul le hizo entonces rejuvenecer varios años. Como el paso de los años es inevitable que los antiguos profesores de bachillerato y de la universidad se nos vayan yendo. En el caso de los Dominicos pocos quedan ya de mi época -nuestro curso finalizó el bachillerato superior en 1962- aunque ahí siguen el padre Pedro, el padre Cerrillo, el padre Basilio Cosmen, el padre Valdés… Ahora se nos ha ido, con la misma discreción que caracterizó su vida, Fermín Alvarez Parades. Seguro que las puertas del cielo se han abierto, y bien abierto, para acogerle en su seno. Descanse en paz mi estimado fraile.