'Eau de cu' (aroma de cuadra)

 

Sigo con interés y preocupación la evolución jurídica del conflicto surgido entre el municipio de Cabrillanes (Castilla y León) y el concejo de Somiedo (Principado Asturias) en el que se debate la titularidad de 670 hectáreas, de la que se hace eco la prensa con ocasión de la inadmisión por parte del Tribunal Supremo del recurso presentado por el Principado de Asturias y el Ayuntamiento de Somiedo tras la denuncia del Ayuntamiento de la localidad leonesa de Cabrillanes.

Y lo sigo con preocupación porque en Asturias los procedimientos de deslinde son una asignatura pendiente en la que siempre suspendemos.

Esta afirmación no es gratuita. He tenido ocasión de asistir a procedimientos de deslinde cuando estaba realizando la investigación sobre el derecho consuetudinario asturiano y puedo dar fe de que en la mayor parte de los casos Asturias pierde.

Cuando se trata de un deslinde intracomunitario, es decir, entre concejos asturianos, el problema es menor, porque no nos jugamos territorio, aunque sí el orgullo y los intereses de cada concejo.

Ahora bien, cuando estamos en presencia de un deslinde intercomunitario por afectar a un concejo asturiano y a un municipio de otra comunidad autónoma, el tema se complica porque, en definitiva, es Asturias quien se juega territorio.

En este último caso existe un procedimiento regulado por un Decreto del año 2000 en el que, en lo que interesa a nuestro planteamiento, se establece que se constituirá una Comisión en cada uno de los ayuntamientos afectados integrada por el Alcalde, tres concejales, el Secretario de la Corporación y a la que se incorporan al acto material de deslinde, dos personas que por su avanzada edad y acreditado juicio, puedan justificar el sitio en el que estuvieron los mojones o señales divisorias, objeto de controversia.

            Pues bien, para Asturias comienzan los problemas cuando esta Comisión se traslada al territorio discutido.

            En ese acto de reconocimiento de los concretos lugares de ubicación de los hitos o mojones que van a determinar la localización exacta de los límites territoriales, que se efectúa en presencia de representantes del Instituto Geográfico Nacional, nuestros mayores, que no acuden debidamente instruidos, improvisan sobre la identificación de los hitos.

            Hemos tenido ocasión de comprobar que en un deslinde entre el concejo de Allande (Principado de Asturias) y el municipio de Negueira de Muñiz (Galicia), para la identificación de una fuente de la que dependía la ubicación de un hito que situaba una pradería de 15 hectareas en Asturias o en Galicia, "nuestros mayores" fijaron cinco lugares distintos, de los cuales cuatro eran contrarios a nuestros intereses y sólo uno nos favorecía.

            Los "mayores" gallegos venían con la lección aprendida y desde el primer momento, sin ningún género de duda, identificaron la fuente en el lugar en el que, lógicamente, quedaba dentro del territorio gallego la pradería discutida.

            Al final decide el Instituto Geográfico Nacional, pero ante una manifestación llena de dudas y otra firme, el acta de deslinde se inclinará, con toda probabilidad, hacia la de mayor verosimilitud.

            Hay que tener en cuenta, además, que en los procedimientos de deslinde el Tribunal Supremo y el Consejo de Estado tienen dicho que hay que estar a lo que resulte de deslindes anteriores consentidos por los ayuntamientos interesados, esto es, se da carácter prevalente e inamovible a los deslindes históricos.

            ¿Cómo se puede invertir la tendencia para conseguir frenar la pérdida de territorio en los procedimientos de deslinde?

            He elevado al Principado de Asturias hace ya seis años un informe detallado sobre este tema, así como las medidas concretas que se podrían adoptar para zanjar definitivamente esta problemática.

No es éste el lugar adecuado para pormenorizar el informe en cuestión, que superaba las 250 páginas, y voy a limitarme a esbozar las medidas que pueden ser más fácilmente entendibles.

Lo primero que hay que hacer es instruir a la Comisión de deslinde del concejo asturiano afectado para que cuando acuda al acto material de deslinde sobre el terreno, el reconocimiento de los hitos o mojones no ofrezca duda alguna, y se haga a partir de un mapa de situación ya confeccionado por el citado concejo, a partir de los datos más favorables a los intereses de Asturias.

            Al final va a decidir la Administración del Estado a partir del informe del Instituto Geográfico Nacional, pero el representante de este Instituto ya tendrá que actuar sobre el pie forzado que supone una cartografía ya hecha.

            En segundo lugar, hay que investigar los deslindes históricos ya consentidos, puesto que de existir, y de favorecer los intereses de nuestra Comunidad Autónoma, serían decisivos.

            Este tema requiere toda la atención porque los deslindes son una asignatura pendiente en toda España desde que Javier de Burgos por Decreto de 30 de noviembre de 1833 delimitara el territorio nacional en términos muy vagos. Así, en referencia a la entonces provincia de Oviedo, definía sus límites de la siguiente manera: "Confina por el N con el océano Cantábrico, por el E con la provincia de Santander, por el S con la de León y por el O con la de Lugo".

            En Asturias el problema es aún más grave porque sus límites territoriales encierran una gran complejidad por lo abrupto de los accidentes orográficos que conforman su perímetro, amén de por la variopinta calificación de los terrenos que marcan nuestra colindancia con otras comunidades autónomas.

            Por eso los deslindes históricos realizados con acuerdo son tan relevantes. Por eso, en defecto de los deslindes históricos, es tan importante la instrucción de la Comisión de deslinde del concejo asturiano afectado.

            Estas son las tareas que deben preocupamos para que la integridad territorial de Asturias se mantenga.

En definitiva, lo que hace falta es “eau de cu”, es decir, aroma de cuadra, contacto directo con la realidad, pateo del terreno, que es la única manera de que cuando acudamos a un deslinde podamos fijar con toda certeza la ubicación de los hitos y/o mojones que son favorables a nuestros intereses.

En realidad, toda esta problemática y la dejadez que la rodea, está conectada con la falta de un espíritu asturiano, que más allá del sonido de la gaita, del himno de Asturias o del ondear de banderas en los acontecimientos deportivos protagonizados por Fernando Alonso, se queda en aquellas palabras expresadas por el poeta que decían:

 

“Anduvi pe la tierra en que cuntaben

Que los campos elísios Dios punxera

Y en pruno a lo cimero fui del monte

Qu’antarró con una gómitu a pompeya

Y palacios y estautes, vilo tóo

Pos sentada nel mar miré a Venecia:

Y faciendo al mió modu comparances,

Co’la idea p’Asturies siempre güelta,

Non topaba daqué qu’asemeyara

Lo qu’nella entamó la onipotencia”.

 

 

 

 



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