Durante treinta y cinco años los vencedores tuvieron la oportunidad exclusiva de conocer la realidad, de identificar a las víctimas y des-cubrir lo que permanecía oculto.
¿Cómo oponerse ahora, después de tantos años desde los desventurados sucesos y de casi cuatro décadas de democracia a que los vencidos puedan hacer lo mismo con sus familiares y allegados? Ya nadie puede invocar riesgos de venganza o de violencia de forma alguna. Se trata de conseguir, de una vez, la "normalización" ciudadana que permita, todos distintos, cada cual con su cultura, creencia e ideología, un "nuevo comienzo".
Del pasado hay que extraer las lecciones que fomenten, serenamente, la convivencia armoniosa, la democracia genuina.
¡Todos contra la impunidad! ¡Todos a favor de las comisiones de la verdad y de la justicia!
Los pueblos sin memoria corren el riesgo de no tener futuro.