Si es verdad lo que decía hace unos pocos días uno de los abogados "estrella" de la Infanta Cristina, el letrado Jesús María Silva (que a su defendida le atontó el enamoramiento hacia su marido, Iñaki Urdangarín, para no ver las maniobras, nada ortodoxas, que durante años se venían trajinando con políticos cómplices y con dineros públicos, con el fin de cubrir inversiones y gastos familiares), no veo el por qué cambió al día 8 de febrero su comparecencia "voluntaria" ante el juez Castro, anticipándola un mes a la anteriormente fijada en la imputación, cuando tuvo la oportunidad de trasladarla para el día 14 del mismo mes: "San Valentín".
Sin pretender desmontar argumento tan cariñoso de los ilustres defensores de la Infanta (¿quién soy yo para juzgar?, como dijera el Papa Francisco en una ocasión), quisiera hacer referencia a la opinión de los expertos en estos casos de enamoramiento tonto y obnubilante. Hablan de que hay tres fases en las relaciones amorosas de una pareja hasta que, sobre el sexto/séptimo año, llegan las primeras grandes crisis; a saber: la fase de lujuria, la de la atracción, y la de la unión.
Sabiendo esto, particularmente pienso que solo en la primera fase, la de la lujuria, la del calentón puro y duro, la de "estoy enamorado como un burro" o "como una burra", solo en esa, se entiende que a "braga quitada" se firmen documentos sin leer, se adquieran bienes o se hagan viajes y vacaciones sin preguntar. Esa fase de lujuria es la de la barra libre y la de que aquí no falte de nada.
Algo parecido, pero mucho menos, ocurre con la fase de atracción, aunque hay una gran diferencia: en esta fase, puntual, de una noche o todo más de un fin de semana, acabada la atracción placentera -y para no hablar solamente del tiempo- ya empiezan las preguntas. Otra cosa muy distinta es la fase de la unión, presuntamente en la que ya se encuentra la Infanta dado el año que se matrimonió (1997), hace 16 otoños, y dada su experiencia vital, académica y laboral. En esta fase, como dice el sentir popular. "hasta la más tonta hace relojes".
La Infanta Cristina, aconsejada por sus amorosos e ilustres abogados, irá a declarar el próximo día 8 en lugar de hacerlo el día 14. Para su defensa el día 8 puede mentir ante el juez Castro; el día 14 no podría mentir con el "San Valentín" encima.