Todo un ejemplo de transparencia democrática la reciente elección de la secretaria general de UGT-Andalucía, Carmen Castilla, antigua responsable de Políticas Sociales e Igualdad, en la anterior ejecutiva de Fernández Sevilla, quien presentó su dimisión tras descubrirse, una parte del escándalo originado por las facturas falsas y financiación irregular de la UGT-A.
Sube que sube que sube, trepa que trepa que trepa, tanto da Carmen como Susana, si bien, como la nueva dirigente sindical ha afirmado, su pretensión es “comenzar de cero”, pero sin explicar cual será el método a emplear para sanear tanta corrupción, denunciada por los medios desde hace bastantes meses.
Inicialmente es menester aclarar que la señora o señorita Castilla, ha resultado elegida gracias al apoyo del aparato del citado ex secretario, tras rigurosa y legal votación a puerta cerrada. Una vez sustanciado este sencillo y rápido trámite, la nueva dirigente del centenario sindicato fundado en 1888, por don Pablo Iglesias, ha manifestado que su bandera pasará por “recuperar la credibilidad”. Un alarde de sinceridad, dado que con tan loable declaración de intenciones, está reconociendo al utilizar el verbo “recuperar” que la habían perdido. Para que nos entendamos, que propondrá cambios con la sana intención de que todo siga igual (de mal), y que la porquería que todavía no ha aflorado quede en su sitio. Similar estrategia a la que el PSOE está utilizando con su flamante presidenta de la Junta, Susana Díaz.
Una vez más y para desgracia de los sufridos y manipulados ciudadanos, la historia se repite. Susana Díaz accedió a la Presidencia de la Junta tras unas vergonzosas primarias a las que nadie pudo presentarse. Con Carmen Castilla, presuntamente, la intención pasa por borrar todos los latrocinios cometidos por sus colegas del sindicato. Difícil tarea puesto que en esta ocasión ya existe una rigurosa investigación judicial que dará sus frutos y provocará que ciertos personajes vivan agustiados hasta ser juzgados.
Lo curioso del caso es que actuando tan rematadamente mal y con prisas, solo consiguen chapuzas. Lo suyo, según los entendidos, habría sido intentar disfrazar el muñeco, y como proponía el secretario general de UGT, Cándido Méndez, celebrar previamente un Congreso Extraordinario precedido del correspondiente debate, pero el aparato andaluz asustado de que con ello pudieran emerger más inmundicias, optaron por una “renovación express”, al más puro estilo macarrónico que creen dominar a la perfección. Motivo por el cual, la nueva secretaria general, con su impostura y siguiendo instrucciones de terceros, aclaró que sobre lo ocurrido anteriormente, pelillos a la mar, por entender que se trata de “pequeños desajustes en la contabilidad” de su antecesor en el cargo. Cuesta trabajo creer como en el 2014 pueden cometerse tantos despropósitos y con tan sorprendente impunidad. Inaudita la capacidad de aguante de los afiliados y liberados sindicales para soportar tan grotescos chanchullos. Claro que sobre todo esto la nueva dirigente observó el más discreto de los silencios…
Como remate, la citada Carmen Castilla, tan encantada de haberse conocido y estrenando carguito, si se atrevió a criticar a “los fascistas de la derecha y sus 40 años de dictadura”, añadiendo que dada su perfección, superior criterio y preparación, alguna pega tendrían que adjudicarle, como por ejemplo que “es rubia, tiene 45 años pero solo aparenta 35”. De ahí que ante tan ingeniosa ocurrencia fue la referencia más destacada y comentada por todos los medios.
Para concluir, el proceso de elección ha resultado un fiasco, como ha reconocido el sector crítico, toda una vulgar pantomima que solo propiciará un cierre en falso de la tremenda crisis que está protagonizando la UGT-A. Como ha comentado la ex secretaria de la Mujer del citado sindicato, Ana Pérez Luna, “lo realizado es un cambio estético y lo que se pide es un cambio ético”.
El ambiente político-sindical andaluz se ha convertido en algo irrespirable.