Siempre hay un último día para todo y este año no iba ser una excepción. Los que no tienen una ocupación el día para ellos será una prolongación del anterior. Para los otros, entre los que me encuentro, será media jornada. Habrá apretón de manos entre los compañeros y quizás hasta un brindis en el bar más cercano al tajo (el de currar, no el río) para luego ir consumiendo las horas hasta que agonice el año.
Es un día propio para pecar - leen bien - de gula y placer. Se intenta disfrutar como si no hubiera otro amanecer. Con la resaca o el desamor, con la llegada del recién estrenado año, comenzamos a deslumbrar o planificar como serán los siguientes meses. Algunos se atreven en iniciarse con un idioma, apuntarse a un gimnasio, ponerse a dieta o dejar de fumar/beber.
Son las mismas falsas promesas que un año sí y otro también nos hacemos. Lo único que se cumple irremediablemente es que sumamos más años, la piel se va arrugando y el cabello se torna gris. Por eso, hay que vivir cada momento plenamente y aparcar metas inalcanzables. Un paso tras otro siempre hacen camino. Eso sí, soñar con lo que sea, faltaría más! Y qué nadie ose robarnos nuestras ilusiones mientras estamos en trance...pero, hay que saber despertarse y ver la realidad con los ojos de la vista y no con los del alma.
Ya ven intento confesarme y limpiar todas mis dudas ante vosotros queridos lectores. Es mi examen anual en este día de uvas y despedidas. Voy hacer un poco de magia...veo mi futuro más inmediato - mañana - metido todo el día en la cama y tomando "boldo" (acierto, seguro).
Afrontemos el 2014 con la firmeza de que va ser mucho mejor que cualquier otro vivido. Que sean inmensamente felices no solo esta mágica noche sino eternamente. Noticia de última hora: "este año las campanadas irán solas", los "cuartos" se los llevo Bárcenas... que no nos falte el humor.